7 nov 2013

FERNANDO VII, "EL DESEADO" INDESEABLE

Mientras los españoles luchaban contra los franceses en nombre de Fernando VII, la conducta de este monarca en su cautiverio no correspondía a tantos sacrificios, pues no sólo abdicó en el emperador francés la corona española, sino que le felicitó por sus victorias y por haber dado a su hermano el cetro de España:

"Doy sinceramente en mi nombre y en el de mi hermano y tío a Vuestra Majestad Imperial y Real la enhorabuena de la satisfacción de ver instalado a su hermano el rey José en el trono de España."

Al mismo tiempo disputaba Fernando VII con su padre sobre el derecho a reinar, ocurriendo entre padre e hijo escenas que indignaban a Napoleón, árbitro de tales discordias.  Refiriéndose a tales escenas, decía Bonaparte:

"A los reproches del rey, vino a unirse la reina, que estalló en amenazas e invectivas contra su hijo, acabando por pedirme que le hiciera subir al patíbulo.  ¡Qué mujer! ¡Qué madre!  Verdad es que estoy seguro de que su hijo no vale más que ella."

En efecto, desde muy joven había revelado ya Fernando VII la mediocridad de su carácter, pues ya siendo Príncipe de Asturias intentó arrebatarle el trono a sus padres en el Escorial.
Carlos IV lo declaró así en un manifiesto que dio al país para notificarle el procesamiento y detención del heredero de la corona de España.  Luego, cuando fue perdonado, publicó Fernando VII una carta en la que decía:

"Estoy muy arrepentido del grandísimo delito que he cometido contra mis padres y reyes".

A pesar de que los españoles sabían cómo era el monarca español, le recibieron a su vuelta del "cautiverio" (eso de que fue un cautiverio daría para un libro aparte) sufrido en Francia durante la Guerra de la Independencia, con gran entusiasmo por parte de todo el pueblo, hasta el punto de darle el apodo de "Deseado".
A pesar de que al recobrar el cetro había dicho en un manifiesto al país que aborrecía el despotismo y se proponía seguir la senda constitucional, Fernando VII (1808-1833), luego que pisó el territorio español se negó a jurar la Constitución de 1812, disolvió las Cortes, procesó a todos los diputados y restableció la Inquisición.
Instauró el antiguo régimen, volviendo a gobernar los ministros o secretarios de despachos nombrados por el monarca, aunque en realidad quienes disponían y resolvían todos los asuntos importantes eran un pequeño número de amigos personales del rey que formaban la llamada "camarilla".  De esta camarilla formaban parte personajes importantes, como los duques de Alagón y del Infantado, y también gentes de toda índole, como Antonio Ugarte, que en su juventud había sido esportillero, y Pedro Collado, apodado Chamorro, antiguo aguador.

1 comentario:

Geppetto dijo...

Fernando VII fue un canalla, pero los famosos liberales de Cadiz tampoco eran lo que se llama trigo limpio.
Gracias a ellos y su afrancesamiento intelectual se perdio el imperio español