Viendo a la nación huérfana del poder supremo frente a la invasión extranjera, los españoles constituyeron provisionalmente una Junta nacional llamada Junta Central, cuyo primer presidente, como ya hemos dicho, fue el ya anciano conde de Floridablanca, antiguo ministro de Carlos III.
La Junta Central quedó instalada primero en Aranjuez y Madrid, para pasar luego a Sevilla y finalmente a la isla de León, donde se formó un Consejo de Regencia, el cual hizo un llamamiento al país para que enviara sus representantes a Cortes Constitucionales.
Reunidas las Cortes en la isla de León, donde se encuentran San Fernando y Cádiz, Diego Muñoz Torrero fue el primero que habló en ellas al exponer el programa del nuevo sistema político en que iba a entrar la nación.
Mas tarde se trasladaron a la inexpugnable plaza de Cádiz, que aunque fue sitiada por tierra por los franceses, sus bombas no impidieron que siguieran las tareas de las Cortes.
Estas Cortes habilitaron para sus sesiones el templo de San Felipe; y allí, bajo el siniestro resplandor de las bombas, aquellos ilustres legisladores, con una mano defendían la independencia patria y con la otra escribían el código de regeneración política española.
Al dictarse la ley fundamental del Estado aparecieron los representantes del país divididos en dos campos: el de los "liberales" o "negros", que aspiraban a convertir la monarquía absoluta en constitucional, y el de los "realistas" o "blancos", que eran partidarios del antiguo régimen, rechazando por peligrosa todo tipo de innovación política.
Prevaleció la idea liberal informando la nueva Constitución de la monarquía española, que fue promulgada el 19 de marzo, día de San José; de manera que al mismo tiempo que tronaban en la bahía gaditana los cañones franceses por ser la fiesta onomástica de José Bonaparte, los españoles celebraban al tiempo la proclamación del Código inmortal de la regeneración política española.
Unos días antes, el 4 de marzo, se verificó el primer sorteo de la Lotería Nacional o Moderna, creada por las Cortes a propuesta de don Ciriaco González Carvajal, ministro del Consejo y Cámara de Indias como "un medio de aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes".
Una vez disuelta la Asamblea Constituyente, por haber terminado su obra, se convocaron las Cortes Ordinarias que, abiertas en Cádiz, se trasladaron luego a Madrid en 1813, por encontrarse ya toda la Península libre de los franceses.
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