27 mar 2017

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: GUERRA DE GUERRILLAS (IV)

Los guerrilleros nos ofrecen testimonios coloristas de la aplicación de sus principios estratégicos.  Juan Martín Díaz, el Empecinado, pasa con justicia por arquetipo de los guerrilleros españoles.  Antes del 2 de mayo ya detenía a los correos franceses.  Recorría las provincias de Soria, Segovia y Burgos, por donde no podía cruzar convoy ni destacamento sin encontrarse con él.  Interceptaba pliegos franceses, que entregaba a los generales; hacía prisioneros; tomaba parte en batallas y misiones importantes, hasta el punto de ser nombrado brigadier en 1810.
Francisco Espoz y Mina, el "rey chico de Navarra", era el terror de los franceses.  Los generales Dorsenne, Clausel, Harispe, Panetier, etc..., se desacreditaron en su persecución.  Fueron numerosas sus acciones, escapando en el Roncal de la persecución de 40.000 hombr3es.  En abril de 1814 el gobierno le nombraba mariscal.
Jerónimo Merino, cura de Villoviado, fue arrancado del altar.  Su venganza fue larga y terrible.  Por cada individuo de la Junta de Burgos condenado a muerte por los franceses fusiló 16 prisioneros enemigos.  Burlaba a generales, sorprendía convoyes, etc.
En Salamanca destacaba Julián Sánchez, con amplio currículum de guerrillero; causante de gran parte del aislamiento de Massena en la campaña de Portugal, era admirado por Wellington.
Antonio Franch Manso, el barón de Eroles y Robira, Palarea, Porlier, Jáuregui, Longa, Renovales,Villacampa, Miláns, Llauder, Starsfield, el Capuchino, el Fraile, Chaleco, el Bolsero, el Viejo de Seseña, Francisquete, el Molinero, Zamarrilla, Camisilla, Caracol, Dos Pelos y cien más fueron héroes y autores de terribles represalias.
La guerra de guerrillas supone vivir inmersos en la guerra, despreocupándose del resultado adverso de los combates y estar convencido de que el resultado último será favorable.  Cuentan en esta lucha prolongada con el tiempo para desgastar y minar la capacidad ofensiva del enemigo.  Los guerrilleros españoles practican otro principio usado en el siglo XX por sus sucesores.  Consiste en buscar la destrucción del enemigo mediante una estrategia de objetivos limitados, ya que se basa en no aceptar un combate siempre que no se cumplan estos principios tácticos: superioridad de fuerzas en el campo de batalla, rapidez del combate y garantía de éxito.
Para esto no se necesitaban ni muchas armas ni muchas municiones; por una parte estorban, y por otra hay que ser ahorrativos.  Así se explica que los guerrilleros repartieran dos cartuchos por cada individuo de la guerrilla, aun en encuentros de envergadura.  
Asimismo se abastecían de las armas y municiones que arrancaban de los enemigos.  Hasta vestían prendas de uniformes, según el principio revolucionario de la "utilización del armamento arrancado al enemigo".  Todo lo dicho anteriormente imponía una movilidad que sorprendía, irritaba y admiraba a los franceses.  Los guerrilleros lograron siempre zafarse ante cualquier persecución, citar a sus hombres en un punto y asestar un contragolpe a las pocas horas, a diez o más leguas del punto en que habían desaparecido.

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