30 mar 2017

EL FIN DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (I)

El año 1812 comienza con la repatriación de varias unidades efectivas para la campaña napoleónica de Rusia.  Los 30.000 hombres que salen afectan al ejército del norte, a la vez que debilitan las posibilidades francesas de resistencia, sobre todo en la frontera hispano-portuguesa.
Wellington tomará la iniciativa y formalizará el sitio de Ciudad Rodrigo, al que sigue la conquista y saqueo sistemático a que someten los ingleses las ciudades españolas.
el próximo objetivo fue Badajoz.  La defensa era sólida; pero en ningún momento los asaltantes se vieron perturbados por la presencia o refuerzos enemigos.  Tras duro asalto, la guarnición francesa quedó prisionera.  A la conquista siguió un sistemático saqueo, típico de los ingleses e imposible de justificar.  La realidad estaba demostrando que la dispersión de mandos y recursos franceses era bien aprovechada por Wellington, y los imperiales se daban cuenta de que mientras sus ejércitos continuasen ocupando las provincias oficialmente sometidas era utópico recurrir a cualquier maniobra ofensiva.
Hacer frente simultáneamente a estos dos objetivos era imposible, y mas en unos momentos en que Rusia ocupaba el primer plano en los proyectos napoleónicos.  La solución, de no variar su dispositivo operativo, era la de víctimas de un asalto por parte de las fuerzas aliadas, usando a Portugal como plataforma de lanzamiento.
Sin embargo, Wellington sigue cauto, y en vez de decidirse por aprovechar al máximo su superioridad estratégica y lanzarse al camino de Madrid, toma precauciones y gasta el tiempo en operaciones de diversión táctica.  De hecho, antes de asaltar Salamanca, ordena un dispositivo general de toda la Península, para evitar que los franceses reciban refuerzos en su zona: dos flotas desembarcarían en el Cantábrico y levante; se agudizaría la presión sobre Andalucía; los gallegos atacarían Astorga y la guerra de guerrillas sometería a los franceses a un constante hostigamiento.
En estas circunstancias, Wellington emprendía la ofensiva.  El francés Marmont abandona Salamanc y concentra sus fuerzas.  En tal situación se daba la batalla de Arapiles (22 de julio de 1812), en la que las pérdidas francesas -de unos 14.000 hombres- debilitaron ostensiblemente al ejército de Portugal.  Esta derrota suponía una amenaza inmediata de la carretera de Madrid y de la propia capital.  Otra consecuencia sería que, debido a esta situación, los franceses acabarían evacuando la mitad de la Península.

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