18 feb 2017

GODOY Y LA ILUSTRACIÓN EN LA ÉPOCA REVOLUCIONARIA (III)

En la década de 1790 a 1800 hay una crisis muy violenta en la conciencia de los hombres, y si muchos ilustrados siguen en sus líneas e incluso abrazan la idea de reformas y transformaciones profundas en las Españas, abrazan mucho más la causa revolucionaria.  Pero otros volverán la espalda a las ideas progresistas a las que habían dedicado toda su vida.  Al no poder estudiar pormenorizadamente a los tratadistas antiilustrados nos vamos a fijar en una obra cumbre de los apologistas católicos de los años revolucionarios. Se trata del brillante ilustrado Olavide. Ya le hemos visto reformando las poblaciones de Sierra Morena, la Universidad de Sevilla, comentando a sus amigos los filósofos franceses y siendo condenado por la Inquisición.  En 1780, Pablo Olavide se fuga de la Inquisición a Francia.  Pero durante su estancia en manos del Santo Oficio había sentido una creciente devoción por la religión católica.  Una vez en Francia comulga sin problemas con la Revolución, a pesar de lo cual, en la época del Terror y dada su calidad de extranjero, fue también encarcelado.  Esta complicación, y los sesenta años que ya tenía, refuerzan su catolicismo y se decide a escribir una apología de la religión católica que tituló "El Evangelio del Triunfo, o historia de un filósofo desengañado".  Al hacernos ver los horrores de la Revolución y la necesidad de volver a las firmes bases de las instituciones tradicionales, responde a la violenta emotividad de la reacción antirrevolucionaria y a las inquietudes y dudas de los reilustrados vacilantes ante la magnitud de los cambios históricos que sobrevienen al Antiguo Régimen.  Afecta, pues, a un gran sector de la sociedad de la época y, naturalmente, su difusión fue amplísima.
El tema del libro es el gastado tópico: "Pasa de la nueva filosofía, que consiste en entregarse al ateísmo, corrupción y malas pasiones, a la felicidad pacífica que le devuelve la conversión".  Por otra parte ataca al orgullo de los racionalistas y nos da casi una visión beatífica del absolutismo.  El libro es copia de las obras francesas y tiene muy poco de original, pero se corre que lo había escrito Olavide, el gran ilustrado y protagonista del más famoso proceso inquisitorial del siglo. La obra es una mina para los futuros absolutistas, que la usarán para atacar las ideas liberales.
Pero, aun en este libro, Olavide deja corridos a aquellos españoles que desean arremeter furiosamente contra la Revolución Franciesa o cuando entona reformas racionales y canta a la educación como premisa del cambio.
El libro alcanzó una enorme difusión y durante varios años mantuvo su calidad de "best-seller".  Aparecía anónimamente en Valencia en 1797 y en 1803 alcanzaba la octava edición.  El autor había calibrado su buena acogida en el mercado.
Olavide pedía permiso, en 1798, para volver a España y Carlos IV se lo concedía, rehabilitándole en sus honores y concediéndole una pensión más que generosa.  En Baena vivió hasta 1803, escribiendo malos versos religiosos y dando limosnas.  Así terminaba una de las vidas más agitadas del siglo XVIII.

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