4 ene 2017

LA CRISIS DE LA NOBLEZA

La nobleza constituía la clase privilegiada de la sociedad del Antiguo Régimen.  Subsistía como estamento, pese a que había perdido, desde hacía tiempo, los atributos del poder público, como los había tenido en la Edad Media.  Estos atributos o funciones específicas de los nobles eran, fundamentalmente, administrar justicia de acuerdo con un derecho primitivo y consuetudinario y defender con las armas al resto de la comunidad.  En el momento que estudiamos, la nobleza no desempeñaba ninguna de estas funciones.  En el siglo XVIII la nobleza no pasaba de ser una reliquia institucional que se mantenía de forma precaria y que, sobre todo, no encontraba en sí misma justificación alguna desde el momento en que había sido despojada de sus funciones. La inutilidad de la nobleza venía de que el Estado la había privado de sus funciones ancestrales, pero de un modo amable, esto es, sin quitarle los privilegios.  Es por ello que su "no hacer nada" fuese motivo de ensañamiento de los ilustrados.
Su eliminación de la administración arranca de muy atrás, desde que los juristas montan un Estado Absoluto, con lo que el sistema feudal quedaba eliminado.  Después de esto los nobles seguirán ignorando un derecho difícil y complicado, con lo que estos señores se quedan reducidos a meros caciques de aldea, aunque esta situación la explotan bien en su provecho.
En el campo del ejército, la maquinaria y la técnica bélica se complica con la artillería, las armas de fuego, las nuevas tácticas...  Y como "la preparación técnica no se hereda", sino que cuesta trabajo aprenderla, los nobles se van quedando sin esta otra función.  Dicho de otro modo: no se ponían a la altura de los acontecimientos.
Vemos al noble manteniendo casi todos sus privilegios, y sin embargo sin cumplir ninguno de sus deberes.  Esta nobleza camina a su extinción.  Los ilustrados claman por el ciudadano, el hombre honesto y que trabaja, el burgués; el noble, en sus diversas acepciones, es ridiculizado.  La inercia hizo que los nobles vieran cómo se les despojaba de unos privilegios cuyo mantenimiento ni ellos mismos podían justificar, desde el momento en que habían perdido toda conciencia de su función social.
Ya nos hemos referido anteriormente a la cantidad de estos nobles, las distinciones que existían entre ellos, su ubicación, los privilegios honoríficos, económicos y fiscales que disfrutaban y las enormes tierras y riquezas que poseían.  Estos nobles, unidos por los privilegios, no constituían una clase social homogénea verdaderamente consciente de sus intereses colectivos.  La nobleza como institución estaba quebrada y pronta a desaparecer, ya que esta aristocracia se aislaba de la nación por su inutilidad, por sus pretensiones y por su obstinada despreocupación frente al bienestar general.


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