18 dic 2016

LOS ESPAÑOLES SALEN EN BUSCA DE LAS LUCES

Conocer lo extranjero en España estaba muy bien, pero ir a conocerlo en su salsa estaba mucho mejor.  Hay que ir al extranjero, preocuparse menos de los narcisismos patrioteros y abandonar la famosa frase: "Noli foras ire, in interiore habitat veritas" (no salgas fuera, aquí dentro está la verdad).  Esta gente que sale fuera no suele venir transformada, pero al menos aprende una serie de hábitos y costumbres para luego transmitirlos.
En esta época, el viaje fin de carrera era el complemento de una buena educación.  Se llamaba "correr cortes" y solía durar un año y costaba 1.000 libras esterlinas.  El "gran tour" se hacía por Francia, Suiza, Italia, Alemania, Holanda y Bélgica.  Esta vuelta a Europa también la daban algunos españoles, y no sólo para visitar monumentos y pinacotecas, sino también centros manufactureros, minas y otras instalaciones.  Estos viajes de estudios sólo podían efectuarlos los hijos de las familias ricas o los becados por el gobierno.  No se puede negar la utilidad de estos viajes, pero exigían una seria preparación y una ejecución metódica.  Se llevaban ayos, a veces tan buenos como Viera y Clavijo, que sirve al hijo del Marqués de Santa Cruz, o Cabanilles, preceptor de los hijos del duque del Infantado en París.
Clavijo y Fajardo nos ofrece la guía del perfecto viajero: éste debe observar sus gobiernos, legislaciones, naturaleza, causa de decadencias, artes y ciencias en relación con los gobiernos y los particulares; manufacturas, hacienda, comercio y navegación y, sobre todo, métodos y posibilidades de aplicarlos en España.  Si el viajero no va con estas ideas, volverá hecho un vanidoso, preocupado de su atuendo personal, añorando los bailes y fiestas del país visitado y supliéndolo con extravagancias en su manera de vivir.
Viajan también artesanos y fabricantes para mejorar sus técnicas y los métodos empleados en sus respectivos oficios.  Esto lo logra, en París, el impresor-librero Antonio Sancha.  El relojero Lozano de Cádiz, tras cinco años de aprendizaje en Londres, se hace famoso en su tierra.  Goicoechea va a estudiar la industria sedera y las técnicas comerciales; a su vuelta, en Zaragoza, monta un taller de hilanza, una Bolsa y una compañía comercial.  Ya contamos el caso del valenciano Fos, que se hizo pasar por muerto para marchar al extranjero y volver perito en el arte de la seda; además publicó un libro, prueba del aprovechamiento de su estancia en el extranjero.  Son docenas los viajeros modestos que salen a perfeccionar sus conocimientos.  También van estudiantes, artistas, ingenieros, profesores, sabios...  Las Sociedades Económicas de Amigos del País, e incluso algún obispado, recaudan fondos para mandar fuera a jóvenes de buena conducta, talento y aplicación.
Las hijas del conde de Hervías van a educarse a Bayona; muchos norteños estudian con los jesuitas en Toulouse, donde aprenden física, como el conde de Peña Florida.  De Zaragoza y Cataluña no son pocos los que cursan medicina en las universidades francesas de Montpellier y Toulouse; de Santander van a Londres, debido a las frecuentes relaciones comerciales.  En la Real Escuela Militar de Sorèze entren 86 españoles entre los años 1761 y 1790.  Son innumerables los que estudian en París: Cadalso, José de Eguía, Antoni Gimbernat, Viera y Clavijo, Rojas Clemente, Mariani, Moles, etc...
Los diplomáticos juegan un importante papel; viven en el extranjero y educan allí a sus familias.  Recordemos al conde de Fuentes, embajador en París, cuyo hijo, el marqués de Mora, es amigo íntimo de Voltaire.  La embajada en Roma siempre fue famosa por sus intrigas; en ella tenemos a Moñino, nombrado conde de Floridablanca para compensarle por haber conseguido la expulsión de los jesuitas.  Floridablanca residirá 30 años allí.
"Viajar es instruirse", Tal es el lema de los hombres ilustrados del XVIII.  La lengua francesa sirve de medio de penetración de las luces.  El idioma francés alcanza gran popularidad.  En Madrid había cinco academias que lo enseñaban.  Sólo faltaba burlar al Santo Oficio, y esto se daba con frecuencia.









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