1 dic 2016

LAS CIENCIAS Y EL ESPÍRITU CRÍTICO

El padre Feijoo sería la mejor introducción a todo esto, ya que durante toda su vida predicó la experimentación de las ciencias y el espíritu crítico.  Por ello podemos hablar de Feijoo o la derrota de la autoridad y el triunfo de la observación.
Algunos médicos siguieron los pasos del benedictino.  Comienzan a leer tratados extranjeros sobre medicina; dudan de los intocables santones Hipócrates y Galeno; rechazan las enseñanzas magistrales de las aulas y se lanzan a la búsqueda de las experimentaciones.
Tempranamente, el médico Gazola obtiene un enorme éxito en España con su obra "El mundo engañado de los falsos médicos".  A veces se muestra estrafalario, pero la línea medular de su obra es una enérgica protesta contra la autoridad.  Reclama métodos nuevos para los futuros médicos: buena filosofía, matemáticas, química, anatomía, botánica, diagnóstica, dietética, higiástica, semiótica, fisiología; recomienda el uso del microscopio y, sobre todo, la observación atenta y personal del paciente.  Es partidario decidido de la experiencia y, como el padre Feijoo, entusiasta admirador de Bacon.
En 1752, Vicente Pérez publica un libro pintoresco en el que decía curar todas las enfermedades por medio del agua.  Francisco Suárez, pese al desconocimiento de su profesión, también invoca la razón y la experiencia. Solano de Luque, médico famoso en Europa, presenta métodos nuevos; aboga por el experimentalismo, critica los ergotismos escolásticos y llega a afirmar que ningún enfermo se cura con lo que traen los libros.  Alsinet es otro médico experimentalista que combate, con fortuna, fiebres por medio de la quina; además de médico sagaz y observador, es también un químico.  Martín Martínez es un innovador en el campo de la disección y de la anatomía y firme partidario de un "escepticismo positivo" en la ciencia médica.
Estos y otros nombres revelan un fermento de la ciencia y una liberación de las antiguas tradiciones.  Andrés Piquer puede que sea el más famoso.  Gloria de la universidad valenciana, es un hombre culto, escritor fecundo y de un pensamiento sólido y progresivo.  Uno de sus grandes méritos es el de formular las reglas de la experimentación.  Asiste, prueba de su fama, a Fernando VI en su última enfermedad.  No sólo destaca en su especialidad: también es un anatómico especializado en la disección de cadáveres.  Traduce a Descartes y aprende a dudar con prudencia al estilo de Feijoo.  Todo lo quiere verificar con la experiencia y se ayuda del microscopio y del telescopio para, repitiendo cientos de exper.imentos, quedarse con la racional y cierta experiencia.
Son los escolásticos los que atacan y desprecian la ciencia moderna, tachado incluso de herejes a sus seguidores.  Pero algunos, partidarios acérrimos de la ciencia experimental, y no muy conciliadores, contestarán compilando a los buenos autores extranjeros y a veces con algún panfleto como aquel dedicado:

"al vetustísimo, calvísimo, arrugadísimo, tremulísimo, carcuesísimmo, carriquísimo, gongosísimo y evaporadísimo señor, el señor don Aristóteles de Estagira, príncipe de los Perípatos, margrave de Antiperistasis, duque de las Formas sustanciales, conde de Antipatías, marqués de Accidentes, barón de las Algarabías, vizconde de los Plenistas, señor de los lugares de Tembleque, Potrilea y Villavieja, capitán general de los flatulentos ejércitos de las cualidades ocultas, y alcalde mayor perpetuo de su praeadamítico mundo".

Así se expresaban el conde de Peñaflorida y sus amigos Narros y Altuna en un panfleto titulado "Los aldeanos críticos".  Se ensañaban con el autor de "Fray Gerundio", hostil a la ciencia moderna.

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