8 nov 2016

DISGREGACIÓN Y SITUACIÓN PRERREVOLUCIONARIA (II)

Todo encaja en el universalista e ideológico siglo XVIII, del que sale la figura del aventurero, mezcla de patriota, intrigante, comerciante y negociante, que deuna u otra forma trabaja por la liberación del país.  Se ve apoyado por la nodriza de Inglaterra, la que, de rechazo, fermenta en el interior de la América española.
Son lo criollos los capacitados para fundamentar una teoría emancipadora y prerrevolucionaria.  De momento no aspiran a hacerse con el poder político, pero presentan reivindicaciones por la posesión de la tierra o desquites contra los antiguos vencedores.  Estas aspiraciones son numerosas y, tanto desde un punto de vista monopolista como interior, nos dan nombres como Prado, Mendiola, Vicente de Aguilar, Dionisio Contreras, Mariño y Miranda, José Antequera, Fernando Mompó etc...  Se reprime con dureza, lo que provoca un incremento de la tensión.
El indio protesta en varias ocasiones porque se le vejaba y se le sometía a una explotación abusiva.  Nos referimos ya a la mita, por la que tenía que trabajar obligatoriamente en las minas durante parte del año.  También por medo del "repartimiento" se ve obligado y engañado a comprar géneros contra su voluntad y a precios arbitrarios.  Quienes llevan a cabo este sistema son los siniestros corregidores, "diptongos de comerciantes y jueces", como les bautizó un virrey.  Los indios, encajando estas situaciones con trágico silencio, se habían destapado matando a varios corregidores, doctrineros y arrasando algunas misiones.  La represión fue muy dura y acompañada de sobrecarga fiscal y de trabajo.
En esta situación surge el cacique de Tungasuca, José Gabriel Condorcanqui, que se hacía pasar por descendiente de Túpac Amaru, el inca decapitado en Cuzco por el virrey Toledo.  El indio José Gabriel se educó con los jesuitas en Cuzco.  Durante cinco años había estado planificando una sublevación inda.  Odiaba al impopular Arriaga, corregidor de su pueblo natal de tinta.  Le invitó a comer, lo apresó y le ahorcó en la plaza.  El gobierno tomó medidas y envió a 500 soldados, los cuales, mientras dormían en una iglesia, fueron sorprendidos por TúpacAmaru y los rebeldes, quienes prendieron fuego a la iglesia y mataron a todos los que intentaron escapar de las llamas.  La rebelión se expande por el Bajo Perú y llega a Tucumán.  Todo lo llevan a sangre y fuego.  En San Pedro de Bellavista pasan a cuchillo a mil personas.  En Caracota formaron con los asesinados un charco de sangre que llegaba hasta los tobillos de los sublevados.  TúpacAmaru piensa hacerse independiente con la colaboración de los criollos.  Pero fracasa en su intento de apoderarse de Cuzco y poco después es sentenciado a muerte con su mujer y alguno de sus hijos.  Pero la rebelión aún siguió con revanchas terribles a cargo de los hermanos de, hijos y primos del rebelde.
El visitador Areche se ensañó en el castigo repugnante al que sometió a los sublevados.  Túpac Amaru habrá perdido, pero muchos puntos de su programa político fueron atendidos: supresión de los fuertes tributos, abolición de repartimientos forzosos, etc.  Túpac Amaru se convirtió en un símbolo y en el principio de la suma de gravedad que representaba el movimiento indígena.  Dirigido y alentado por los criollos, hubiera sido inextinguible.

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