30 oct 2016

HACIENDAS Y RANCHOS

Desde los comienzos de la conquista de América los propietarios agrarios ocupan tierras ricas y cercanas a los pueblos.  Las consolidan por medio de mayorazgos par que así no se dividan ni mengüen.  Una finca de 2.000 hectáreas era considerada de un tamaño medio, regular.  En el siglo XVIII se usan los nombres de "hacienda" y "rancho", que privan sobe los de "cortijo", "estancia" y "caballería".
Las tierras que no habían sido ocupadas y quedaban localizadas en medo de estas haciendas son absorbidas por estos latifundistas de una forma ilegal, de modo que los que tenían opción a uno tuviesen la posesión de no menos de diez.
Estas haciendas no cuentan con un tráfico comercial y sus amos no tienen dinero contante y sonante, por lo que estas fincas serán pronto presa de las hipotecas que pesan sobre ellas.  Pero como la institución de los mayorazgos prohíbe que se las desvincule y divida, optará por arbitrar una solucón esperada: los miembros de estas familias aristocráticas agrícolas medo arruinadas se casarán con los ricos mercaderes; así, los latifundios salen a flote y triunfan en medio de la miseria general del país.  Los amos tienen una preponderancia señorial que se traduce en un predominio social, económico y hasta de justicia sobre las personas que trabajan en esas fincas, bien sean indios o esclavos negros.  El que une en la práctica los intereses del amo con la explotación de estos siervos es la figura del caporal.  En la hacienda había iglesia y sacerdote, ambos pertenecientes "de facto" al dueño.  Cerca de la iglesia tenía el amo su casa señorial de piedra.  Tenemos a una aristocracia latifundista con conciencia, pues, de clase.
Estos latifundios fueron un inconveniente parala prosperidad económica y social en América.  La riqueza agrícola hubiera podido reportar una riqueza económica diez veces mayor sin los obstáculos característicos del latifundismo: deficiente explotación del suelo, jornales bajos, despoblación y concentración de los habitantes en pocos pueblos y los terribles abusos en los arriendos y subarriendos.  Al seguir anexionándose terrenos baldíos, producen un desequilibrio en la propiedad que se traduce en la estructura social.
A esto tenemos que añadir que la Iglesia regular y secular va creando también sus extensos territorios.  Los jesuitas se hacen en breve tiempo con una cantidad de tierras importante por medio de sus tácticas, que reflejan perfectamente los testamentos.  Se llega a prohibir a la Iglesia que adquiera más tierras, pues en México llegó a acaparar un tercio del territorio nacional.

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