13 may 2016

EL PODER DE LA NOBLEZA (I)

Es ya un tópico hablar de la impotencia política de los nobles con los Reyes Católicos. Esto es cierto a medias, porque la nobleza no fue atacada en lo vivo y la prueba es que se mantuvo agazapada hasta recobrar el poder político en el siglo XVII a expensas de una Corona muy debilitada. El caso tipo es el del conde-duque de Olivares. Pero los nobles dieron unas muestras de incapacidad tan grandes que justificaron el dictamen que de ellos dio Olivares: "A todos los tenía por inútiles". El francés Louiville dirá lo mismo: "Les grands sont tous des imbéciles, bas, sans force ni vertu".
Pero su fuerza no descansa en la corte, sino en el poder económico y social que tienen sus bases: el municipio y el señorío. De ahí un miedo a esa nobleza provincial: "Ellos podían ser más peligrosos entre sus vasallos que en la corte".
Pero la nobleza no forma un cuerpo unitario, sino que dentro de ella se registran fuertes contrastes geográficos, jurídicos, ideológicos, económicos y sociales. Esta escisión nobiliaria se va a reflejar en la Guerra de Sucesión. Hubo depuraciones entre los nobles que abrazaron la causa del archiduque de Austria. Los perjudicados fueron el almirante de Castilla, el marqués de Santa Cruz, el duque de Nájera, el marqués de Mondéjar; los condes de Corzana, Cifuentes y Cardona; los Haro, Gálvez, Oropesa, Tendilla, Infantado, Medinaceli, y otros muchos nobles aragoneses, catalanes y levantinos. La realidad es que sus pérdidas no fueron muy grandes y además se les permitió luego rehacerse.
Pero sus aspiraciones políticas quedaron muy menguadas, y abatirlas será la aspiración de los Borbones. Como pauta es de subrayar la carta que Luis XIV escribía a su nieto, Felipe V, en 2 de septiembre de 1705:

"Debes conservar a los grandes todas las prerrogativas exteriores de su dignidad, y al mismo tiempo excluirlos de todos los asuntos que, conocidos por ellos, pudieran aumentar su influencia".

La nobleza perdió su significación política al ser excluida de las Cortes. No posee una representación corporativa frente al soberano. Los últimos restos de sus cargos políticos de condestable y almirante de Castilla ha sido abolidos por Felipe V. Así, el noble que ejerza el poder político o el mando militar lo hará a título de funcionario, y como tal el rey lo puede despojar y deshonrar como a cualquiera de sus vasallos que no cumpla con la obligación de sus cargos y empleos.
Los tratadistas políticos están de acuerdo con esto. Campomanes dirá que la soberanía del rey es poder único y absoluto que no admite ser compartido ni acompañado por los nobles. Pérez y López dirán que el Imperio en su raíz y sustancia es indivisible y todos los órganos deben estar subordinados al soberano. Lázaro Don dirá que los cuerpos políticos son juntas ilícitas si no están permitidas y aprobadas por la suprema potestad del rey.
El pensamiento político español del siglo XVIII es absolutista en su línea general. Ahora bien, bajo este marco absolutista existe una infraestructura estamental que se manifiesta en la posibilidad que tienen los nobles de ejercer el poder, sobre todo en su competencia administrativa. Esto es, la nobleza puede ejercer el poder porque se basa en su preeminente situación en el aspecto económico, social, jurídico y administrativo.

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