
Es de gran interés saber cómo estaba distribuida la población, en relación con la vida económica y la estructura social. Los censos de 1787 y 1797, aunque presentan diferencias técnicas, son válidos. Leemos entre paréntesis los datos del segundo censo:
ECLESIÁSTICOS: 182.400 (168.200)
NOBLES: 480.600 (402.100)
EMPLEADOS: 41.000 (32.000)
MILITARES: 77.900 (149.300)
ESTUDIANTES: 51.000 (29.800)
LABRADORES Y JORNALEROS: 1.871.800 (1.677.100)
FABRICANTES Y ARTESANOS: 310.700 (533.800)
CRIADOS: 280.100 (25.700)
COMERCIANTES: NO HAY DATOS (25.700)
Comparando estas cifras y contrastándolas con otros datos, se puede afirmar que a fines del siglo XVIII había 400.000 aristócratas, 170.000 eclesiásticos, 110.000 burócratas y millitares, 1.800.000 labradores, 25.000 comerciantes y 280.000 criados. Además, no son de despreciar los 140.000 mendigos que, sumados a los nobles, eclesiásticos, etc... arrojarían una clase pasiva del 75% de la población total.
Esta estadística se explicaría y completaría mejor reduciendo a un tercio la población masculina, notoriamente útil. Entonces tendríamos que, en 1787, el porcentaje de nobles se cifraría en el 15%; el de eclesiásticos, en el 5%; el de militares, en el 2%; el de funcionarios, el 1%; el de campesinos, en el 60% y el de criados, en el 7%.
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