10 ene 2016

FELIPE II Y LA LUCHA POR EL ATLÁNTICO (II)

La lucha contra las provincias rebeldes se endurece. Felipe II, siguiendo los consejos de Granvela, publica un bando en el que ofrecía 25.000 coronas en dinero, tierras y un título de nobleza al que le entregase a Guillermo de Orange, vivo o muerto. Aquel mismo año (1581), Guillermo de Orange dio a la publicidad aquella "Apología" a la que ya aludimos en otra ocasión, para defenderse de Felipe II y justificar su causa, no dudó en arrojar sobre la memoria de su adversario numerosas falsedades y exageraciones; en respuesta al desafío de Felipe, las provincias rebeldes celebraron un acto solemne, al que asistieron los procuradores de Brabante, Flandes, Utrecht, Güeldres, Holanda y Zelanda, en el curso del cual despojaron al rey de España de su soberanía sobre ellos por su tiranía y mal gobierno. Guillermo de Orange, al mismo tiempo, asumió el título de conde y entabló negociaciones para ofrecer el protectorado de las llamadas "provincias marítimas" al rey de Francia.
No obstante todos estos esfuerzos, Guillermo de Orange siente que la tierra comienza a hundirse bajo sus pies. Sus propios partidarios se oponen al proyectado protectorado francés. Los católicos que, aun manteniéndose fieles a su religión, apoyaban a Guillermo, abandonan la causa de la independencia de España y se separan de éste, atraídos por las óptimas condiciones que les ofrecía Farnesio y por la misma fascinación que su persona irradiaba. Su propio cuñado, el conde Van der Berg, abandona a Guillermo. En 1582, la recompensa ofrecida por Felipe II mueve las manos de los primeros asesinos. Un mercader vizcaíno establecido en Amberes, llamado Gaspar Anastro, piensa en salvarse de la ruina que amenazaba sus negocios cobrando la recompensa ofrecida por la cabeza del dirigente separatista. Un dependiente suyo, Juan de Jáuregui, se prestó a ejecutar el atentado. Un día se acercó a Guillermo con el pretexto de entregarle un memorial, y le disparó a bocajarro un pistoletazo. La bala entró por debajo de la oreja derecha y le salió por la mandíbula izquierda. Pero no lo mató. Dos años después, un joven borgoñón llamado Baltasar Gérard, logró burlar la estrecha vigilancia que se había montado en torno a Guillermo y volvió a disparar contra él. Esta vez el golpe fue mortal (10 de julio de 1584). Guillermo de Orange (o de Nassau), llamado también Guillermo el Taciturno, es considerado por los holandeses el "padre de su patria". Cuando desapareció, a los cincuenta y un años, dejaba todavía su obra incompleta; pero había puesto las bases que harían posible la culminación de la tarea comenzada.
Mauricio de Nassau, hijo de Guillermo, sucedió a su padre en el condado de las provincias marítimas. Nuevamente se ofreció el protectorado a otro príncipe extranjero, esta vez a Enrique III de Francia. Mas el francés no aceptó, sino que dio largas a los holandeses. Entretanto, Alejandro Farnesio, aprovechando el desconcierto que había producido entre sus rivales la muerte del formidable líder, desencadenó una violenta campaña contra ellos. Los tercios que habían luchado en la recién terminada campaña de Portugal, estaban ahora en Flandes. Con rapidez y energía fue conquistando todas las plazas adictas a la Unión de Utrecht que había en la región meridional de los Países Bajos: Yprés, Brujas, Gante y Bruselas. Finalmente le llegó su turno a Amberes, que se rindió en agosto de 1585, después de un riguroso asedio en el que Alejandro Farnesio se reveló como uno de los primeros generales de la Historia.
Apenas se rindió Amberes a los españoles, la reina de Inglaterra, Isabel, cerró una alianza con los holandeses comprometiéndose a ayudarles con un ejército de 6.000 hombres, mandados por el conde de Leicester, a quien los holandeses nombraron gobernador y capitán general de los estados del norte. Alejandro Farnesio cobró nuevo ímpetu. Grave, Venloo y Nuis cayeron en su poder. Leicester fue obligado a levantar el asedio a Zuten, con lo que su prestigio se desmoronó. La reina de Inglaterra le hizo volver a su país y, entretanto, la Asamblea de los Estados nombró un sustituto en Mauricio de Nassau (1587). Farnesio aprovechó la situación para ocupar Ostende y La Esclusa. Leicester tuvo que dimitir del gobierno de Flandes.

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