
Las autoridades religiosas trataron por todos los medios de cerrar la boca a los vociferantes frailes, pero no lo consiguieronn, porque éstos declararon que estaban dispuestos a desobedecer a las autoridades humanas antes que desobedecer a Dios, quien les pedía hacer todo lo posible para librar a los incautos cristianos de las doctrinas de Erasmo. La postura del inquisidor Manrique era delicada, hasta tal punto que aceptó convocar una reunión de teólogos para que examinara la ortodoxia de las doctrinas de Erasmo, aisladas de su contexto y, en su mayoría, copiadas de las acusaciones que anteriormente habían lanzado contra él otros polemistas (Lee, Zúñiga...). Aquel libelo llegó a manos de Erasmo, quien se aplicó a refutar las acusaciones de los frailes españoles en una "Apología" que se publicaría más adelante contra su voluntad (o al menos así lo dijo él). La conferencia examinadora se reunió en Valladolid en 1527. Se celebraron una cuantas sesiones en que cada uno de los consultados expresó su dictamen; pero nos e pudo llegar hasta el final. Por entonces se tuvo noticia del saqueo de Roma, cuestión que exacerbó más aún la inquina de ciertos sectores contra la política imperial y, de rechazo, contra Erasmo. Providencialmente, estalló una epidemia de pestilencia en Valladolid, y la conferencia se disolvió. Los erasmistas se sintieron más fuertes aún cuando llegó una carta de Carlos V, que se cuidaron de difundir ampliamente, en la que cordialmente comunicaba a Erasmo que no tenía por qué temer una resolución contraria y testimoniándole su personal convicción sobre su piedad. Así pues, durante los años siguientes, las traducciones de Erasmo se multiplicaron, al mismo tiempo que sus seguidores comenzaron a publicar obras originales. En 1529 Carlos V sale de España, llevando consigo, camino de Italia, a muchos de los erasmistas que vivían en la corte. Aquel mismo año el inquisidor Manrique pierde también su influencia en la Corte, por causa de un trivial incidente en el que se vio mezclado. La Inquisición, libre de las principales trabas que impedían su actuación, cayó sobre los erasmistas, convencida de que suprimiéndolos se impediría el progreso del protestantismo en España.
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