
Tan pronto como pudo, Felipe dejó Inglaterra. Convencido de la infecundidad de María, Carlos llamó a su hijo a Flandes y abdicó en él, como ya hemos contado. Entre 1556 y 1558, fecha en que murió, María Tudor fue también reina de España en su calidad de esposa de Felipe II.
Al desaparecer María, el trono de Inglaterra es ocupado por Isabel, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, mujer de grandes cualidades naturales, que haría de su país una gran potencia internacional. Al principio de su reinado se mostró favorable al catolicismo. Se hizo coronar con rito católico, y en la misma ceremonia prestó juramento de conservar la religión católica. Felipe pensó en casarse con ella, de forma que la alianza anglo-española pudiese continuar frenando a los franceses; pero Isabel no aceptó. Como se sabe, poco a poco fue orientando nuevamente el país hacia el anglicanismo, hasta terminar con una verdadera persecución contra los católicos, e incluso contra los protestantes puritanos.
Entretanto, la pugna entre Francia y España había discurrido por derroteros muy diferentes a los que hicieron aconsejable la alianza anglo-española. Los ejércitos franceses, vencidos en San Quintíny en Gravelinas, están a merced de las tropas de Felipe. En abril de 1559, los contendientes llegan a un acuerdo: la Paz de Cateau-Cambresis. Como prenda de aquel tratado, se acordó el matrimonio de Felipe con una hija de Enrique II, Isabel de Valois.
Isabel, nacida en 1546, contaba solamente trece años cuando se desposó con el rey de España, que ya andaba por los treinta y dos; Isabel no era todavía mujer núbil; sin embargo, esta vez no se cometieron con ella los errores que habían llevado a la tumba a María Manuela de Portugal. Felipe puso "frenos a su deseo", aunque Isabel, con su belleza, su gracia y su simpatía era mucho más atractiva que María de Portugal y él ya no era un niño como en la época de su primera boda, sino un hombre que, tal vez por vez primera, sintió amor verdadero.
Isabel fue, en efecto, el gran amor de Felipe II. El desequilibrio afectivo que algunos han observado en él y que arranca, al parecer, de los días en que quedó viudo por primera vez y se prolongó durante su segundo matrimonio y los primeros años de este tercero, no parece proseguir a partir de la época en que Isabel, ya madura como mujer, se convierte en el centro de todo el cariño del monarca. A los veinte años dio a luz a su primera hija, Isabel Clara Eugenia (1566). Al año siguiente, un nuevo parto trajo al mundo a la infanta Catalina Micaela. En 1568 se presentaron nuevos signos de gestación; mas los médicos, creyendo que se trataba de una opilación, es decir, de una obstrucción que impedía el flujo menstrual, le administraron fuertes medicamentos que le provocaron un aborto. Éste le costó la vida a la reina. Isabel, que había sido para Felipe no sólo la mejor de sus esposas, sino también una leal y eficaz colaboradora, se supo ganar también el corazón de sus españoles, que la bautizaron con elnombre de "Isabel de la Paz", y, por boca de Cervantes, le dedicaron aquel delicado epitafio:
Con un repentino vuelo
la mejor flor de la tierra
fue trasplantada en el cielo
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