11 oct 2015

CÓMO POCOS HOMBRES DOMINARON UN MUNDO (I)

¿Cómo es posible que Cortés, con un ejército que apenas superó en sus mejores momentos los 1.500 hombres, conquistase y llegase a dominar un Imperio que, como el azteca, bien podía contar con 4.500.000 habitantes? ¿Cómo pudo Pizarro, con unos 150 soldados, acometer y conluir con éxito la conquista del Perú, cuyos efectivos humanos superaban los 2.000.000 de almas?
Cálculos demograficos estimativos dan a la población americana de 1592 una cifra superior a los once millones de habitantes en los países que más adelante constituirían las Indias españolas. Cuidadosos estudios han podido establecer también la cifra de los españoles que emigraron a América desde su descubrimiento hasta 1560. Los registros de la Casa de Contratación y, desde 1546, del Consejo de Indias, contienen datos relativos a unos 16.000 emigrantes. Ahora bien, teniendo en cuenta que, aparte de la emigración controlada, la clandestina fue un hecho muy normal, se podría elevar esta cifra, aun con cierta exageración, a unos 150.000 emigrantes para el período antes mencionado. Aun en ese caso, es sorprendente constatar la enorme tarea que fueron capaces de realizar aquellos hombres , las ingentes masas de indígenas que sometieron, los inconmensurables territorios ue conquistaron e incorporaron a la Corona de Castilla.
Es necesario profundizar, aun con las limitaciones que impone el carácter de este trabajo, en el conocimiento de los factores que hicieron posible una empresa de tal envergadura, y esto es lo que vamos a hacer a continuación.
La llegada de los españoles a las Indias hace entrar en contacto dos mundos materiales y espirituales totalmente diferentes. Mientras que los más desarrollados de todos los pueblos americanos apenas comienzan a superar los niveles socio-culturales del Neolítico y la mayor partee de ellos permanece en niveles de civilización típicamente paleolíticos, los españoles llegan al Nuevo Mundo como portadores de una civilización que superó aquellas mismas etapas en una remota prehistoria, que ha alcanzado cotas espirituales de excepcional importancia y que comienza a entrar en niveles de desarrollo económico tan avanzados, a pesar de sus limitaciones, como el precapitalsmo y el preindustrialismo. Sin que intentemos menospreciar el valor de las realizaciones culturales de los indígenas precolombinos, es necesario reconocer el desnivel existente entre lo que ellos poseen y lo que llevan a América los conquistadores. Pero aparte de estas diferencias objetivas, hay que tener en cuenta la conciencia que orgullosamente tienen los recién llegados de "valer más" en todos los sentidos y, sobre todo, la aspiración a "valer más aún", que estimula todos sus actos. En esta conciencia de superioridad y en este deseo de superarse más aún es muy verosímil que se encuentre la clave de las asombrosas hazañas de los españoes en territorio americano (en eso y en que la emigración ilegal podría haber incrementado sensiblemente los presumiblemente exiguos contingentes de muchos conquistadores).
En la base de este "valer más" hay que contar, ante todo, con la vitalidad exuberante de las gentes que abordaron América. La media de edad de los conquistadores escasamente alcanzaba los treinta años. Pertenecían a una dura raza de pueblos de pastores, avezados a la dureza del clima castellano y a las exigencias de la economía pastoril nomádica de su país de origen. La participación multisecular en una continua guerra contra los musulmanes había impregnado de belicismo el ambiente en que se habían criado y educado. De no haber poseído una gran vitalidad y una robusta naturaleza, no habría sido posible adaptarse en el corto espacio deuna generación a las condiciones climatológicas del Nuevo Continente. Mas los españoles, después de un corto período de aclimatación, que coincide con los días de la colonización de las Antillas, pronto se encuentran dispuestos a acometer la conquista de nuevas tierras donde conviven los más variados y extremos climas.
Otro importante factor era la superioridad técnica y cultural de los conquistadores. Sus armas de fuego, por rudimentarias que nos parezcan, eran irresistibles instrumentos de muerte y de terror frente a unos indígenas cuyas mejores armas podían ser las espadas de obsidiana o las flechas envenenadas. El hierro era totalmente desconocido para los indios, mientras que los españoles iban acorazados con él. El impacto psicológico que les produjo la figura del jinete o la del conquistador que lanzaba sobre ellos una jauría de perros feroces, fue de una eficcia que difícilmente somos capaces de imaginar. El empleo de animales para el transporte y el conocimiento de la rueda daba además a los conquistadores una rapidez de movimientos que ellos no podían ni soñar, careciendo de animales comparables en fuerza y resistencia a los mulos y demás bestias que traían los españoles.

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