11 sept 2015

PRIMERAS EXPERIENCIAS COLONIZADORAS (y IV)

En estas circunstancias interviene Las Casas con sus mejores armas. En 1515 viene a España y es recibido por Fernando el Católico; mas éste muere en 1516 sin que pudiera tomar medidas. Las Casas acude entonces a Cisneros, al que expone sus ideas: según la bula papal de 1493, Castilla había recibido las Indias para evangelizar a sus habitantes, no para dominarlos ni para explotarlos. En consecuenciasólo debían mandarse misioneros, no colonos ni soldados. Todos éstos debían volvera España y dejar a los indios en libertad.
Su punto de vista era, en realidad, utópico. Ya no era posible dar marcha atrás al movimiento colonizador que se había iniciado Su extremismo, sin embargo, promovió la promulgación de numerosas leyes que poco a poco irían humanizando la condición de los indios. El idealismo de Las Casas, su vehemencia, sus exageraciones incluso, no le quitan la gloria de haber sido el gran campeón de los ideales humanitarios y evangélicos. Su libro HISTORIA DE LA DESTRUCCIÓN DE LAS INDIAS es el supremo testimonio de su nobleza y generosidad, pero al mismo tiempo el archivo de su bienintencionado apasionamiento, e incluso de sus errores y exageraciones, como aquellas en que afirma que sólo en la vega de Santo Domingo había 30.000 ríos o que en los sesenta años siguientes al descubrimiento de América fueron exterminados 20 millones de indios. De todas formas, a este libro han ido a buscar argumentos y datos cuantos con menos nobles intenciones han tratado de denigrar la obra de España en el continente americano. A pesar suyo, Las Casas habría sido el punto de partida de la "leyenda negra".
Examinada su propuesta, Cisneros decidió enviar a La Española a algunos religiosos que no perteneciesen a ninguna de las órdenes (dominicos y franciscanos) que hasta entonces venían participando en la polémica. Así pues, designó a tres frailes jerónimos, a quienes concedió plenos poderes, por encima incluso de los que tenía Colón en La Española y Pedrarías en Tierra Firme. Las Casas fue nombrado "protector universal de los indios" (16 de agosto de 1516).
Entretanto, hacía su entrada en Castilla el nuevo rey, Carlos I. La política de Cisneros se abandona. La rapacidad de los cortesanos extranjeros que Carlos trae consigo produce un retroceso en cuando hasta encontes se había conseguido. Los jerónimos, a la vista de loq ue padecían los indios, transigieron con los planes de introducir esclavos negros en América. El tráfico de negros, que ya se había iniciado años antes en pequeñísima escala, alcanza ahora enormes proporciones, alentado por quienes en España se beneficiaban de tan inhumano comercio. Mas los problemas no se podían resolver tampoco aumentando la mano de obra. La pobreza en la isla era, en realidad, la causa de aquellos conflictos. Los cultivos introducidos por los españoles no prosperaban en aquellos climas. Los jerónimos, para mejorar la situación económica, estimularon la plantación de caña de azúcar en las Antillas, medida acertada, que seviría de base para la prosperidad futura de su agricultura. Se suprimieron las encomiendas que estaban en manos de propietarios absentistas; se crearon poblados de indios libres, presididos por un clérigo y un castellano casado, queles enseñaba a trabajar. Su labor culminó con la creación de una Asamblea, similar a las Cortes de Castilla, en la que participaron los representantes de las villas de La Española. La Asamblea eligió a un procurador para que presentara ante la corte de España las peticiones de sus representados. Claramente se habían definido dos partidos rivales entre la población, "los realistas", que apoyaban a Las Casas, disgustados a la sazón con los jerónimos por creerlos excesivamente complacientes con los colonos, y los "del almirante" (Diego Colón), al que se adherán los jerónimos y el gobernador. En realidad aquellos partidos reflejaban la escisión que, simultáneamente, se estaba operando en Castilla entre los realistas y los comuneros. Carlos lo comprendió perfectamente, y lejos de atender las peticiones de los almirantistas, prohibió incluso venir a España a su procurador. La moderación de los jerónimos sólo sirvió para disgustar a los radicales como Las Casas, a los colonos a quienes se impidió abusar de los indios y a los funcionarios que viron amenazados sus cohechos. Desconsolados y amargados, los jerónimos presentaron su dimisió y volvieron a España.

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