13 sept 2015

LA CONQUISTA DE MÉXICO (II)

Montecuzoma era la cabeza suprema del imperio azteca. Los aztecas, según ellos mismos decían, eran originarios de la región que hoy conocemos como Nuevo México; ellos se denominaban Aztlán. De aquellasmismas regiones habían salido hacia el año 500 de nuestra era los pueblos toltecas, que habían emigrado hacia el sur y se habían establecido en el valle central de México, donde se fundieron con los aborígenes y adoptaron sus costumbres agrarias y sus creencias en el dios Tlaloc, protector de la agricultura. Las antiguas leyendas contaban cómo un buen día llegó por el Atlántico un extranjero llamado Quetzacoatl (nombre que significa "serpiente alada"), quien enseño a los toltecas las artes, los oficios y la civilización. La organización que Quetzacoatl dio a los toltecas se arruinó por la aparición de otro extranjero, Tezcalipoca, prodgioso mago que arrastró a un gran número de toltecas a la aventura bélica. Dirigidos por Tezcalipoca, los guerreros toltecas invadieron el sur , ocupando las regiones donde florecía la civilización de los mayas. Mientras tanto, los que habían quedado en el valle de México fueron destruídos por un pueblo de bárbaros que llegó por el Pacífico. Hacia el 1250 después de Cristo, las gentes de Aztlán se pusieron de nuevo en movimiento, dirigidos por un mago llamado Mexi a quien inspiraba un dios con forma de colibrí, al que llamaban Huitzilopochtl. Los aztecas, guiados por Mexi, llegaron al valle de México y allí se establecieron, fundando una ciudad en la isla que había en el centro de una laguna y edificando un temblo doble, en el que darían culto a Tlaloc (el antiguo dios del lugar) y a Huitzilopochtl, que para entonces había dejado su apariencia de colibrí y se identificaba con el Sol. Los sacerdotes de aquel dios lo propiciaban ofreciéndole los corazones todavía palpitantes arrancados de los pechos de los esclavos y los prisioneros que caían en su poder. La nueva ciudad, llamada Tenochtitlán, sería en adelante la capital del imperio azteca.
A principios del siglo XV, el rey azteca Tenochtitlán formó una triarquía con los reyes de las ciudades vecinas de Tezcoco y Tlacopán. Cada uno de estos estados tenía su propio territorio y su autonomía. Cada uno de ellos había llevado a cabo conquistas comunes, especialmente bajo el reindo de Montecuzoma (1440-1467), con quien se expandieron hasta la costa el Atlántico. Bajo la jefatura de MontecuzomaII Socoyotzin, los aztecas se expandieron en dirección al Pacífico. En sus días se engrandeció y hermoseó Tenochtitlán y se organizó la corte con el mayor lujo y esplendor. En este reinado tuvo lugar la llegada de los españoles.
Montecuzoma fue llamado por los españoles "emperador". En realidad, su jefatura no tenía nada que ver con la organización monárquica del Viejo Continente. Los aztecas, después de asimilar muchos elementos culturales y organizativos de los pueblos anteriormente asentados en la región, habían formado un Estado de tipo tribal. La base de toda su organización política y social era el clan. Al principio, la gran tribu azteca comprendía cuatro clanes o fratrías. Al desarrollarse el poderío territorial, los clanes se subdividieron hasta formar veinte agrupaciones menores, llamadas "calpullis", análogos a los antiguos "genos" griegos o a las "gentes" romanas. Cada uno de estos calpullis estaba regido por un consejo, presidido por el calpullec. El gobierno supremo de la tribu correspondía al consejo tribal o "tlacolán". En los momentos de peligro o en las expediciones bélicas, un solo jefe tomaba el mando de los guerreros, el tlacatecutli (jefe de hombres), categoría a la que pertenecían los que nosotros venimos denominando reyes. Montecuzoma II era, pues, el tlacatecutli de los aztecas, gente guerrera que había impuesto su dominio a numerosas tribus de la meseta del Anáhuac gracias a su superioridad numérica y militar. No obstante, cuando llegan los españoles, el Imperio azteca aún no ha llegado al culmen de su esplendor. En el territorio dominado por ellos aún quedaban numerosos enclaves habitados por tribus independientes, que no sólo no eran aliadas de los azteas, sino que se defendían de ellos encarnizadamente. Tales eran los casos de Cempoala y Tlaxcala entre otros muchos. Cortés aprovechó estas circunstancias para formar una confederación opuesta a la confederación azteca. Más aún, hábilmente consiguió sembrar la discordia entre los confederados enemigos, atizando en beneficio propio las luchas que los enfrentaban por establecer sus propias dinastías de tlacatecutlis.

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