31 ago 2015

LA EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO

Al hablar de los viajes de Colón, constatábamos la obsesión del almirante y de los que hicieron posible su viaje por llegar a las islas de las especias a través de la ruta de Occidente. Aquella sublime manía le había llevado a incluir entre sus acompañantes un intérprete que pudiese hacerse entender del gran khan -a quien estaba seguro de encontrar- y a llevar a cabo tantas otras tareas como tuvimos ocasión de relatar en aquel capítulo. Si hubiese que resumir en una palabra el estado de ánimo que embargó a Colón después de sus cuatro viajes, tendríamos que hablar, indudablemente, de decepción. Las tierras encontradas no parecían ser las islas de las especias, por más que Colón se empeñase en identificar algunas de ellas con Cipango (Japón) e incluso con el paraíso terrenal. Las ventajas económicas de aquellas expediciones no fueron, de momento, las esperadas. Se había encontrado oro en La Española, pero no en las cantidades esperadas. La cultura de los indios con que tropezaron, nada tenía que ver con el esplendor dela corte del fabuloso khan. Ninguna otra esperanza de negocio quedaba que la de convertir a los indios en esclavos, especialmente a los caníbales, de los que Colón envió un cargamento a España después de su segundo viaje, al mismo tiempo que proponía a los reyes enviar a la Española el ganado que allí se necesitaba con el dinero que produjesen los esclavos. Los reyes, a quienes repugnaba la esclavitud, como temía Colón, no aceptaron semejante proposición. Sin embargo, no se pudo evitar que en los años sucesivos menudeasen los cargamentos de esclavos hacia España. En 1500, aquel mismo Roldán que sublevó a españoles e indígenas contra Colón, vendió en Cádiz más de 200 indios, y éste no fue el último caso. En realidad, los primeros años que siguieron al descubrimiento fueron años de ensayos torpes y cavilantes, como no se podía menos de esperar, ante una realidad tan nueva y grandiosa como la que América acababa de ofrecer a España. No obstante, los primeros sentimientos de decepción, el flujo de españoles hacia América no se detuvo un momento. Desde 1492 en adelante, cada año pasarán a América nuevos contingentes de emigrantes, que llevarán a cabo una delas más formidables aventuras que jamás realizó un pueblo: la conquista y colonización de un mundo cuy existencia no se había sospechado. A un primer período de exploraciones y conquistas, con ocupación material de los nuevos territorios, pronto sigue un movimiento de asimilación que haría de América un trasunto de Castilla, con todo lo bueno y lo malo que había en Castilla misma.
Es difícil abordar el estudio de la obra de España en América y evitar al mismo tiempo caer en alguno de los dos extremos en que han perecido tantos otros historiadores y divulgadores de aquel proceso. Por una parte, cabe el peligro de caer en la "leyenda negra", según la cual los españoles no habrían sido más que unos forajidos que explotaron las riquezas inmensas ddel Nuevo Continente, sin detenerse ante el asesinato, la tortura, el robo y los atropellos. Los que han seguido este camino, han tenido ante los ojos las críticas que otros españoles realizaron al comportamiento de sus compatriotas, lo cual ya hace pensar en que no todos fueron tan malos. Mas por otra parte, también cabe el peligro de falsear la verdad cayendo en el extremo opuesto, el de la "leyenda rosa", que presenta a los españoles como hombres , en su totalidad, animados por altas miras espirituales, que sembraron la verdadera religión, contribuyeron, en consecuencia, a salvar las almas de aquellos pobres ignorantes que no habían recibido el Evangelio, introdujeron la rueda en el continente y acercaron a aquello salvajes la civilización europea. No se trata de buscar responsables ni de canonizar virtuosos. Se trata, ante todo, de buscar las causas de situaciones todavía hoy muy vivas en las relaciones entre la vasta comunidad americana centro-meridional, por una parte, y la comunidad blanca y mestiza,por otra. Las secuelas de la conquista se dejan sentir aún en nuestros días, si bien son los antepasados de los actuales latinoamericanos quienes perpetraron los desmanes y no los de los que nacimos en las Españas precisamente, cuyos antepasados, resulta obvio, permanecieron en la tierra patria.
Intentemos, pues, un acercamiento a tan arduo problema, comenzando por exponer las principales etapas de la conquista y la colonización de las Américas y pasando luego a analizar otros muchos aspectos de la presencia española en el Nuevo Continente, así como las consecuencias que para España y para el Viejo Continente tuvo el descubrimiento del Nuevo Mundo.


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