9 mar 2015

LA PROYECCIÓN NAVAL CASTELLANA

La doble fachada litoral del reino castellano-leonés (atlántica y mediterránea) va a constituir, a la larga, una circunstancia de primer orden para tomar ventaja sobre la Corona de Aragón en la política de expansión exterior. Dos factores negativos: la anarquía nobiliaria y la existencia en territorio peninsular del Estado nazarí van a manifestar, a lo largo del siglo XV, como muy limitados los intentos castellanos por ocupar un ligar de primer orden en los dos espacios marítimos mencionados. Sin embargo los primeros pasos se irán dando bajo los Trastámara y constituirán el imprescindible punto de arranque para el "despegue" de fines del cuatrocientos.
Los años finales del siglo XIV y los comienzos del XV -reinado de Enrique III- conocen un período de relativa paz interna en Castilla. Esta circunstancia pudo constituir un factor favorable para volver la atención a la vieja política exterior del Estrecho. Esta vez no va a ser campo de batalla el territorio peninsular, sino el magrebí. Diversas operaciones de los marinos castellanos en el norte de África constituyen una buena muestra de ello. En 1400, fuerzas de desembarco mandadas por el almirante Diego Hurtado de Mendoza ocupaban Tetuán. Se optó por destruir el enclave, ya que se trataba de una importante base pirática, aunque posiblemente el mantenimiento de su ocupación (como harían quince años después los portugueses con Ceuta) hubiera supuesto una excelente base de partida para la penetración en el reino de Fez.
La vocación mediterránea de Castilla se va afirmando en los años siguientes. El protagonista va a ser ahora el legendario Pero Niño, conde de Buelna, cuyas operaciones navales se encuentran minuciosamente recogidas en El Victorial. No sólo Sevilla, sino también Cartagena, adquieren rango importante como bases de operaciones contra los corsarios. Éstos, que suelen ser preferentemente musulmanes, son combatidos para proteger los intereses mercantiles del reino.
Pero el momento cumbre de la presencia castellana en el Mediterráneo occidental tiene lugar, sin duda, tras el saqueo de Marsella por Alfonso V, ocasión que la ciudad aprovechó para solicitar ayuda de los marinos vascos que participaron en ella.

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