26 dic 2014

PEDRO I DE CASTILLA Y LOS BASTARDOS

La depresión que sacude al Occidente europeo a raíz de la propagación de la peste negra afectó también a Castilla en el momento en que tomaba las riendas del poder un nuevo monarca: Pedro I.
La figura de este personaje es realmente soprendente. Para algunos es, por su energía, el continuador de la obra de reforzamiento de la autoridad monárquica, inciada años atrás. Se podría establecer así una verdadera línea de continuidad entre la actuación de su predecesor y la suya. Llevando estos argumentos a un plano semirromántico, Pedro I habría sido el rey justiciero, amigo del pueblo y perseguidor incansable de los abusos del estamento nobiliario. Para otros autores, Pedro I es el rey cruel, un psicópata dominado por un complejo de manía persecutoria, que convirtió su reinado en un auténtico baño de sangre, del que la nobleza y el alto clero serían las principales víctimas. En todo caso, el carácter del rey debió de influir de forma decisiva en el desarrollo de los acontecimientos. Se ha hablaco, en efecto, de "personalismo" al referirse a la conducta política de este monarca. personalismo que le llevaría a cometer una serie de torpezas a lo largo de su gobierno, que sus enemigos supieron explotar a fondo: acercamiento al elemento judío, cuando el antisemitismo estaba entrando en su onda ascendente; ejecuciones expeditivas, que adquirieron a veces el cariz de simples venganzas personales; ignorancia del papel de las Cortes -sólo conocemos que las hubiera reunido en una ocasión, en 1351, en Valladolid, lo cual echaría por tierra su presunto acercamiento a los problemas del pueblo llano.
Habría también, sin embargo, dentro de esta política personalista, un saldo positivo: el apoyo del monarca en juristas, que dan un impulso a la incipiente centralización iniciada por sus antecesores. Conservamos a este respecto un precioso testimonio de su política fiscal: el Libro Becerro de las Behetrías.
Toda esta línea de conducta del monarca chocó casi desde un principio con un escollo que había de resultar insalvable: la oposición del estamento nobiliario. Para analizar este problema hay que partir de una base previa: la existencia de dos linajes dentro de la propia familia real. En efecto, Alfonso XI había dejado un solo hijo legítimo, su heredero Pedro, y una larga prole de bastardos, producto de sus amores con una dama sevillana, Leonor de Guzmán. Resulta un tanto paradójico que el vencedor del Salado, domeñador del revoltoso estamento nobiliario, al colmar de honores a sus descendientes ilegítimos: Enrique, conde de Trastámara, Fadrique, maestre de Santiago..., contribuyese conn ello de forma muy directa a que la aristocracia castellana volviese a poner en convulsión el reino al poco de morir él en el cerco de Gibraltar.
Sin embargo, no serán los bastardos los únicos ni los principales cabezas de las primeras revueltas de la nobleza frente a la política autoritaria e Pedro I. Pese al encarcelamiento de Leonor de Guzmán, los bastardos mantuvieron con el monarca relaciones bastante pacíficas en los primeros meses de su reinado. Pero las suspicacias habían de ir forzosamente en aumento. Aunque los bastardos conspiraron contra el rey, lo hicieron en la misma medida que otros miembros de la alta nobleza, descontentos de la privanza que Pedro I concedía a un noble de orígen portugués, Juan Alfonso de Alburquerque. La muestra de que ni don Enrique de Trastámara ni sus hermanos eran las principales cabezas de este malestar vino dada con motivo de una grave enfermedad del monarca: al no tener descendencia, la aristocracia castellana hizo sus cálculos sobre quién podría recoger la herencia. Las opiniones se repartieron entre los que apoyaban la candidatura de don Fernando de Aragón, marqués de Tortosa, y los que preferían a Juan Núñez de Lara, señor de Vizcaya. Nadie propugnó la de los bastardos.
De momento la crisis se resolvió al superar el rey su enfermedad y morir don Juan Núñez de Lara. al poco tiempo era ejecutada Leonor de Guzmán, quizá por instigación de la reina madre. Éste sería el punto de arranque no sólo para el lógico ahondamiento de las dieferencias entre Pedro I y los bastardos, sino también para toda una serie de ejecuciones sumarias: Garcilaso de la Vega, Alfonso Fernández Coronel, señor de Aguilar, el maestre de Calatrava...
La torpeza del monarca y la doblez del de Alburquerque se mostraron de forma dramática con motivo del casamiento del rey con Blanca de Borbón, de la familia real francesa (1353). el valido había favorecido hasta entonces las relaciones del rey con otra dama, María de Padilla, con la que éste siguió viviendo, una vez recluída la princesa francesa en la fortaleza de Arévalo. La mediación pontificia fue inútil. A la represión replicó Pedro I contrayendo matrimonio con una dama de noble linaje, Juana de Castro. La ofensa inferida a Francia se veía ahora reforzada por el escándalo y la amenaza de excomunión, argumentos más que suficientes para que la nobleza dispusiese de un gran arsenal propagandístico.
El clima de guerra civil se hizo asfixiante. Alburquerque, dolido por el favor que ahora el rey procuraba a los Padilla, animó a los bastardos a que levantasen bandera de rebelión, al calor del creciente malestar popular. La muerte del antiguo valido fue seguida por una entrevista en las afueras de Toro entre el rey y los rebeldes, a fin de evitar males mayores. Las negociaciones fracasaron, tanto por las ofensas inferidas a la autoridad real como por la falta de acuerdo entre los nobles sublevados.
Pedro I pudo reunir fuerzas suficientes, y ello supuso el toque de desbandada para la mayor parte de los conjurados. Enrique de Trastámara y su hermano Fadrique resistieron aún, retrocediendo hacia Toledo. Sus parciales llevaron a cabo una espantosa carnicería en la judería de la ciudad. Don Pedro recuperó al poco tiempo la pobación y aplicó severos castigos en todas partes.
El peligro de la guerra civil parecía conjurado en 1356. Sometido don Fadrique y huído a Francia Enrique de Trastámara, nadie hubiera podido pensar que el conflicto alcanzaría unas magnitudes como las que llegó a tomar.

No hay comentarios: