9 nov 2014

LA CONQUISTA DE LEVANTE Y ANDALUCÍA (IV). LA TOMA DE VALENCIA

En diciembre de 1232 Fernando III, una vez pacificado el reino de León, concentraba sus tropas en Toledo, preparándolas para la batalla que se avecinaba, a la vez que Jaime I reunía Cortes en Monzón con el fin de solicitar medios para la conquista de Valencia.
En todos los frentes mantenidos por Castila, las tropas reles y concejiles tuvieron la ayuda de las órdenes militares, las cuales se ocupaban de la conquista de sectores enteros, defendiendo a la vez, con hitos fuertemente fortificados, las posiciones fronterizas. en enero de 1232 cayó Trujilo y en 1233 Montiel, presas ambas de la orden de Santiago. En el mismo año de 1233 el avance se producía en toda la frontera, del Mediterráneo al Atlántico. Los castellanos toman Baza y los aragoneses Burriana, Peñíscola, Chisvert y Cervera; al año siguiente Castellón de la Plana y su zona de influencia, hasta Albalate, pasaban a formar parte de la Corona de Aragón. En 1235, la orden de Santiago toma Medellín, Alange, Magacela y Santa Cruz. La estrategia castellana parecía clara: encerrar a Sevilla entre dos brazos de una ofensiva que descendía por la cuenca del Guadalquivir y por Extremadura. Los aragoneses frenaron momentáneamente su campaña por causa de varios problemas occitanos, aunque no perdiesen de vista la parte marcada por las Cortes de Monzón: la toma de Valencia.
En enero de 1236 llegaron noticias inesperadas a la Corte de Burgos anunciando la toma por sorpresa del arrabal cordobés de la Ajarquía, donde los cristianos estaban sosteniendo la furiosa arremetida de los cordobeses. Inmediatamente comenzaron a llegar refuerzos, y el 7 de febrero el propio Fernando III se personaba en la zona para ponerse al frente de sus tropas. Ibn Hud no se atrevió a enfrentarse con el ejército castellano, y el 29 de junio la antigua capital del califato caía definitivamente rendida en manos cristianas. A la vez se recibían en la ciudad noticias de la muerte de Ibn Hud a manos de un ministro suyo. La pérdida de Córdoba fue un durísimo golpe para el Islam, que sentía nostalgia de su nombre y explendor perdidos. Es tradicional reseñar el hecho significativo del traslado, por orden de Fernando III, de las campanas de la catedral de Santiago a su lugr de origen, de donde habían sido arrancadas en 998 durante la terrible aceifa que Almanzor realizó contra la ciudad gallega. Al acabar la campaña de Córdoba, una gran epidemia de hambre se extendió por toda Andalucía.
Al mismo tiempo, en la zona de Valencia comenzaba de nuevo la ofensiva aragonesa, partiendo del Puig de Cebolla, conocido en nuestros días por el Puig de Santa María. La reacción musulmana fue rechazada, sufriendo los valencianos una dura derrota el 15 de agosto de 1237. La ciudad se veía cada vez más acorralada, sobre todo después de la caída de Córdoba y de la muerte de Ibn Hud, y ya no le cabían a Ibn Sa'ad esperanzas de recibir ayuda. Intentó obtener la paz ofreciendo entregar al rey de Aragón todo el territorio hasta el Guadalquivir; pero aqué se negó a aceptar la oferta. Acto seguido los cristianos se apoderaron de Almenara, Nubes, Uxo, Paterna y Betera. En 1238 Valencia estaba sitiada por tierra y por mar, evitando así la llegada de refuerzos y suministros a la ciudad. Una flota enviada por el rey de Túnez fue rechazada, y tuvo que refugiarse en Denia. El 28 de septiembre de 1238 Valencia se rendía. Muchos de sus habitantes -se cifran en 50.000- abandonaron la ciudad y se dirigieron a Denia y Cullera, momentáneamente fuera de peligro en virtud de una tregua firmada con los aragoneses. El 9 de octubre Jaime I entraba triunfalmente en Valencia.
Valencia se incorporó de inmediato a la Corona de Aragón, incrementando en gran forma la riqueza del reino. Jaime I otorgó a la ciudad el Fuero de Aragón, lo que causó descontento en los repobladores, la mayoría de los cuales eran catalanes. El problema se produjo en función del predominio, durante la guerra, de las tropas aragonesas, predominio que el rey intentó contrapesar con milicias catalanas, y que obligó a otorgar el Fuero aragonés. Aprovechando las protestas de los repobladores, el rey aplicó a Valencia un fuero independiente (1240) y se apresuró a seguir las repoblaciones con gentes no aragonesas. Las reacciones de los señores de Aragón no se hicieron esperar. Como era el propio rey el que estaba interesado en evitar la intromisión de la nobleza aragonesa en el nuevo reino, no consiguieron nada. Solamente se permitió a algunos nobles que tenían lugares en Valencia que fuesen juzgados por el Fuero de Aragón. Por esta causa, la influencia de Cataluña se hizo cada vez más patente, extendiéndose pronto su lengua y su cultura, lo mismo que antes había ocurrido en Mallorca. Los aragoneses se iban convirtiento en minoría, cada vez más pequeña dentro de su propio reino.

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