7 nov 2014

LA CONQUISTA DE LEVANTE Y ANDALUCÍA (II)

Yusuf murió en 1224, quedando con su muerte invalidadas las treguas firmadas con Castilla, dispuesta a pasar de nuevo a la ofensiva, una ez que el nuevo rey Fernando III había pacificado su reino acabando con las dificultades internas que aquejaban a éste. La descomposición del Imperio almohade venía a favorecer sus planes. Los jeques habían proclamado califa a un débil anciano llamado Abu Muhammad Abd Al-Wahlid. Sin embargo, un hecho vino a complicar la situación, ya de por sí delicada: el ejército almohade en Al-Ándalus se negó a aceptar la proclamación del califa. Al-Adil condujo a sus tropas hacia Marrakech, después de sufrir varios reveses en Andalucía. Mientras tanto, nuevas sublevaciones comenzaron a cundir por todo Al-Ándalus, volviendo a repetirse una situación ya conocida de puro frecuente: el rebrote de nuevos reinos de taifas. Uno de los nuevos reyes sublevados, llamado Abd Allah Al-Bayasí, con la ayuda de Fernando III de Castilla, que veía propicio el momento para intervenir, pudo adueñarse de Jaén, Priego, Loja, Granada y, posteriormente, de Córdoba, Valencia, Niebla y Murcia, ciudades que pronto se convirtieron en pequeñas cortes de débiles reyezuelos.
Al-Adil, asesinado Abu Muhammad, entraba por las mismas fechas en Marrakech, vista la imposibilidad de acabar con la revuelta de Al-Bayasí. Éste, por su parte, entregaba a Fernando III las plazas de Salvatierra y Baños de Encina, recibiendo a cambio ayuda militar para poder atacar Sevilla. Su expedición fue un fracaso, y él mismo perdió la vida en ella (1226). El 4 de octubre de 1227, en Marrakech, era asesinado Al-Adil, con lo que la más tremenda anarquía se enseñoreó de su ya decadente Imperio. Por su parte, en el verano del mismo año Alfonso IX de León conseguía apoderarse de Cáceres, clave de la defensa de Extremadura, que, al ser expugnada, dejó de constituir un obstáculo para la marcha de los ejércitos cristianos que se dirigían hacia el sur.
Veinte días antes de la murte de Al Adil se había sublevado en Sevilla su hermano Abu-l-Ula Idris Al Ma'mún, siendo adceptado por los jeques de Marrakech. Con intención de trasladarse a África, solicitó de Fernando III la enorme suma de 300.000 maravedís. Sin embargo, casi simultáneamente se produjeron dos grandes sublevaciones, una en Marruecos y otra en Al-Ándalus. Podemos decir que en 1229 el dominio almohade, último de los grandes movimientos unificadores del Islam español, había terminado su historia en España.
Los sublevados no supieron estar a la altura de las circunstancias. Desde 1226, la ofensiva cristiana se cernía amenazante sobre todas las fronteras, en especial sobre las de Portugal, Extremadura y el valle del Guadalquivir, demasiado cercanos a los puntos neurálgicos de la España musulmana. El mismo año 1226 el nuevo rey de Portugal, Sancho II, inició la campaña tomando Elvas, que abandonó posteriormente para luego reconquistarla de modo definitivo en 1229. No está muy claro si fue con el auxilio de Alfonso IX de León o si, habiéndola tomado, éste la donó al rey de Portugal en virtud de los anteriores acuerdos. En el invierno de 1229 Alfonso IX comenzó las operaciones destinadas a debillitar las defensas de Sevilla, tomando Montánchez y Mérida. Ibn Hud reunió todas sus fuerzas pero fue derrotado en Alang en 1230, lo que acabó con los sueños hegemónicos de este rey murciano. El ejército cristiano continuó su avance por la cuenca del Guadiana, tomando Baldala, cuyo nombre fue cambiado por el de Talavera la Real. En la pascua de Pentecostés del mismo año los leoneses entraban en Badajoz. Sin embargo, en ese mismo momento victorioso (24 de septiembre de 1230) moría Alfonso IX. Ya nada era capaz de oponerse a las victoriosas huestes cristianas, que llgaron prácticamente sin esfuerzo a la cordillera. A su paso, las poblaciones musulmanas huían hacia territorios más seguros, dejándoles el campo libre.

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