21 nov 2014

ALFONSO X EL SABIO (III). EL GRAN INTERREGNO.

El largo periodo de negociaciones que siguió, conocido en la Historia como el Gran Interregno, permitió al rey de Castilla volver a los asuntos del reino. Le ocuparon en primer lugar los musulmanes de España y de África, cuyas costas seguían tentando a los castellanos. En 1260, aprovechando una de las primeras revueltas de los benimerines, cuyo príncipe Yaqub ben Abd Allah, se había sublevado en Rabat y Salé, se dirigieron contra esta última ciudad con una escuadra mandada por el almirante Juan García de Villamayor, apoderándose fácilmente de ella, ya que los habitantes creyeron que acudían como aliados de Yaqub. Mas al deshacerse el equívoco, fueron rápidamente expulsados. A continuación, las armas castellanas marcharon contra el pequeño reino de Niebla. Cercaron la ciudad y lanzaron contra ella piedras mediante el empleo de la pólvora, siendo la priera vez en que consta su uso por los cristianos. En 1262, toda la zona estaba en poder de los cristianos, incluído Cádiz, que, conquistado por Fernando III, se había vuelto a perder.
A continuación tuvo lugar en el campo andaluz una importante sublevación de los mudéjares, de notables consecuencias para esta región. Su inspirador fue Muhammad I, soberano de Granada, hombre de gran sencillez, sobriedad y ambición, que había conseguido erguirse como único representante de la resistencia islámica, agrupando en torno suyo a todas las fuerzas que quedaban. Como arma de este levantamiento actuaron los "voluntarios de la fe", cuerpos escogidos que proyectaron diversos golpes, uno de ellos contra la misma Sevilla, residencia del rey castellano. Éste les falló gracias a que Alfonso X había sido puesto sobre aviso. Pero lograron triunfar en diversas poblaciones andaluzas, lo que hizo conebir esperanzas a Muhammad I de volver a recuperar Andalucía. Mas el poder creciente de los "voluntarios de la fe" provocó una reacción contra ellos en el interior del reino nazarí. Varios clanes de ascendencia muladí, que se habían enseñoreado de la región de Málaga, se levantaron contra ellos. Al mismo tiempo, los cristianos se rehacían y empezaban a recuperar posiciones, expulsando a los rebeldes de las ciudades que habían tomado. Las matanzas de mudéjares complicados en la sublevación, así como la fuga de muchos de ellos, contribuyó a desislamizar el campo andaluz, iniciando simultáneamente un proceso hacia la castellanización y el latifundismo. Se llevaron repobladores del norte, pero también se incrementaron las propiedades señoriales que, al disponer de menos mano de obra para sus cultivos, orientaron éstos hacia el olivo y la ganadería. Murcia había sido también sublevada por los agentes granadinos. El apaciguamiento correspondió a Jaime I de Aragón, quien la devolvió a Castilla, en prueba de respeto a los anteriores tratados de reparto de la Península. Mas su intervención dio lugar a que acudieran allí repobladores catalanes, mezclándose con los aportes étnicos castellanos. La entrevista entre el rey de Aragón y el de Castilla para la devolución de Murcia se había celebrado en Alcaraz, importante ciudad fronteriza castellana, puerta de tres reinos, a la que acudieron su suegro y yerno acompañados de su familia. Poco después Alfonso X se entrevistaba con el rey de Granada en Alcalá de Benzaide. Importante fue el acuerdo que allí se tomó. El monarca nazarí se comprometía a pagar a Castilla un tributo anual de 250.000 maravedís, que aseguraba la paz y la sujección de su reino hasta los Reyes Católicos, salvo en cortos períodos conflictivos.

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