1 ago 2014

CÓRDOBA Y ASTURIAS CON PROBLEMAS. LAS ACEIFAS

Mientras en Córdoba se debatía la independencia y el futuro político de Al-Ándalus, en el pequeño reino de Asturias se afianzaba la obra de Pelayo y de Alfonso I. Desde las Vascongadas a Galicia le obedecían. Merece destacarse cómo la masa de la población, procedente de las comarcas indígenas más reacias a la romanización - o más exactamente, las que mejor pudieron defender su independencia -, fermentada ahora con los godo-romanos fugitivos del dominio islámico, se funde en una sola comunidad política, cultural y religiosa. Esto no obsta para que en los extremos de esa larga franja costera incitados por el propio afán de independencia y favorecidos por la distancia de la capital del reino astur, los vascones y gallegos se levanten contra el sucesor de Alfonso I, su hijo Fruela I (757-768). El nuevo rey, de carácter enérgico y duro, bien impuesto en la guerra, quien venía combatiendo desde hacía varios años junto a su padre, marchó personalmente contra los vascos de Álava, que se habían sublevado. Los sometió y se llevó cautiva a una joven de la tierra, de nombre Munia, con la que se casó, la cual fue madre de Alfonso II. En el otro extremo, los gallegos también se rebelaron y fueron ásperamente sojuzgados por el rey. Parece ser que en la misma raíz de estos levantamientos estaba el carácter autoritario de Fruela.
A causa de las dificultades internas de la España musulmana, las relaciones con ésta fueron bastante pacíficas; pero no fue obstáculo para que en alguna ocasión Abd Al-Rahmán I enviara sus ejércitos contra los cristianos. Las noticias tan sólo nos han llegado de su reinado, una en crónicas cristianas y otra en fuentes musulmanas. Es curioso, primeramente por el hecho de que unos y otros callan las propias derrotas y narran sus victorias y, además, porque ambas expediciones marcan los itinerarios que invariablemente seguirán, durante mucho tiempo, las tropas musulmanas que acudan al norte contra los reinos cristianos. Protegido el centro del reino asturiano por el desierto estratégico del Duero, los ejércitos andaluces sólo tienen dos entradas por donde llegar hasta el territorio cristiano: al oeste por Galicia, y al este por La Rioja y alto Valle del Ebro. Esta circunstancia obligará a los cristianos a taponar ambas entradas con plazas fuertes y castillos. Particularmente en Álava y LaRioja estos últimos abundarán tanto que los musulmanes acabarán dando su nombre a la región. De ahí nacerá el apelativo CASTILLA.
Abd Al-Rahmán mandó una expedición contra Galicia, a cuyo frente iba el propio hijo del emir, Umar, que fue derrotado por Fruela en la batalla de Pontuvium, nombre que quizás corresponde a Puentedeume. En el desastre perecieron varios miles de musulmanes. El propio Umar fue hecho prisionero y mandado decapitar por el rey. Los cronistas musulmanes hablan de otra expedición llevada hacia el año 767 a través de las tierras de Álava por el hombre de confianza del emir, Badr, con éxito total, ya que aquellas comarcas quedaron sujetas a tributo y entregaron rehenes. Un documento árabe muy posterior habla de un pacto entre el emir cordobés y los "patricios, monjes y el resto de la población de Castilla y sus dependencias". Según él, las condiciones impuestas a los cristianos eran tan duras que resultan difíciles de creer. Deberían pagar anuamente 10.000 onzas de oro, 10.00o libras de plata, 10.00o caballos y otras tantas mulas, 1.000 cotas de malla, 1.000 cascos, 1.00o lanzas de fresno. Es evidente que tales cantidades eran muy superiores a lo que la comarca podía pagar, y que se trata, por tanto, de la versión exagerada de un hecho cierto.
El reino astur y Al-Ándalus vivieron en paz, negociada o tácita, durante el resto del tiempo que Abd Al-Rahmán gobernó, y aun en los primeros años de su hijo y sucesor Hisham I. Hablamos de un período de 20 años sin gran relieve para la monarquía asturiana, durante el cual tres reyes se sucedieron en el trono: Aurelio, Silo y Mauregato. No faltaron sublevaciones, como la de los gallegos, derrotados por el rey Silo en el monte Cebrero, después de lo cual no volvieron a intentarlo. Lo más importante de estos años es ver cómo el reino continúa fortaleciéndose interiormente con nuevas inmigraciones y organizándose con nuevas instituciones.

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