30 jul 2014

ABD AL-RAHMÁN I. EL EMIRATO INDEPENDIENTE (II)

AbdAl-Rahmán se hospedó, a su llegada, en las casas de sus más ilustres clientes de Loja y Torrox, sucesivamente. Al-Fihrí, que vió cómo las tropas que mandara contra él se habían pasado a la causa del príncipe, decidió entrar en negociaciones. Hizo saber al fugitivo marwaní en cuánta estima tenía a su linaje y que su deseo era mantener con él buenas relaciones, por lo que le invitaba a acudir a Córdoba, con la condición de que renunciara a toda actividad política y, por supuesto, a cualquier aspiración a alzarse con el poder. La tentativa fracasó totalmente, y a finales del año 755 se abrieron las hostilidades. Con el apoyo de yemeníes y beréberes, Abd Al-Rahmán decidió marchar hacia la capital, Córdoba. Al pasar por la provincia de Málaga se le unieron los chundis del Jordán, que estaban asentados allí, los cuales le proclamaron emir de Al-Ándalus en su capital, Archidona. Yusuf Al-Fihrí, al tener noticias de estos sucesos, salió con su ejército contra Abd Al-Rahmán. Marchaba en dirección a Sevilla por la orilla derecha del Guadalquivir. Al saberlo, Abd Al-Rahmán tomó astutamente la orilla contraria, en dirección hacia Córdoba, obligando al contrario a volver sobre sus pasos cuando ambos ejércitos se avistaron, separados tan sólo por las aguas del río. Así caminaron unos y otros hasta las puertas de Córdoba. Durante la noche, Abd Al-Rahmán, que había hecho propuestas de paz a su adversario, pudo trasladar en barcas a sus tropas al otro lado del río, gracias a la confianza en que Al-Fihrí y los suyos habían caído. La batalla de al-Musara o de la Alameda (como se quiera) se dio al día siguiente, 15 de mayo del 756. La fortuna sonreiría, por fin, al príncipe omeya, que derrotó completamente a sus adversarios. Los yemeníes que formaban parte de su ejército se cargaron de botín. Una vez en Córdoba, Abd Al-Rahmán la tomó bajo su protección, impidiendo el saqueo que sus partidarios esperaban hacer. Por esta causa empezó a moverse entre los yemeníes gran inquietud, llegando a proponer asesinar al emir; pero habiendo llegado a oídos de éste tales murmuraciones, hizo sobre ellos tal escarmiento que nadie se atrevió a moverse en lo sucesivo. Sometida la ciudad, Abd Al-Rahmán fue proclamado emir en la mezquita de Córdoba, iniciando así un largo reinado de treinta años.
La gran obra de este emir fue la creación en Córdoba de un Estado musulmán cortado según el patrón omeya. No obstante su reinado fue un recital continuo de luchas contra todos los enemigos imaginables, como veremos a continuación.

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