28 may 2014

... Y LOS GODOS A LAS GALIAS III

En cambio, aparecía claro el camino que tomaban las apetencias expansivas del rey godo: la Narborense (destacada en la imagen), como símbolo del viejo sueño de instalarse junto al Mediterráneo. Nunca se habían sentido cómodos los godos en el confinamiento contra el Atlántico que Roma les había impuesto. Su deseo de extenderse hacia el sur se puso ya de manifiesto en la elección de Toulouse, la capital más meridional de cuantas poseían, como capital de su Estado. Sin embargo, no menos tenaz sería la defensa que Roma hará de esa provincia. Sus razones tenía para ello. Reducido el dominio del Imperio de Occidente a Italia, las Galias y parte de Hispania, la Narborense adquiere máxima importancia estratégica, ya que es el eje de las comunicaciones por tierra con Roma y lugar de paso obligado entre las tres provincias. La misma prefectura de las Galias, que tenía su sede en Tréveris, ante la inseguridad de ésta, es trasladada a Arles. Por consiguiente, cuando los visigodos logren conquistarla, el Imperio quedará desarticulado del todo.
Tras un período de paz que sólo dura hasta el año 430, Teodorico vuelve a la ofensiva con un atraque contra Arles, que no tiene resultados positivos. cinco años más tarde, tomando pretexto de la sublevación de los bagaudas, se lanza contra Narbona, sometiéndola a un largo sitio, que seguiría todavía en el 437. Este año acude a socorrerla Litorio, lugarteniente de Aecio, consiguiendo penetrar en la ciudad con sus aliados, la caballería de los hunos - pronto hablaremos de los hunos -, quienes llevaban en sus monturas, al tiempo de atacar, una cantidad de trigo, gracias al cual se pudo abastecer la ciudad. Pero los godos no desistieron de su empeño. La campaña continuó en los dos años siguientes, si bien ahora la suerte iba a favorecer más a Litorio, que en el 439 consiguió encerrar a Teodorico en Toulouse, forzándole a pedir la paz en condiciones muy desfavorables. Litorio, engañado por el éxito, creyó que era llegado el momento de exterminarlos, y se negó a aceptarla. Pero murió en la batalla, de resultado dudoso, que hubo a continuación, en vista de lo cual, Roma reconoció la independenciade los visigodos - por fin - y éstos renunciaron a sus conquistas, retrocediendo a los límites primitivos y preparándose para entrar en Hispania.

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