1 ene 2014

LA CULTURA DEL ARGAR

En la orilla izquierda del río Antas, en Almería, a unos 12 Km del mar, se levanta una meseta de unos 35 metros de altura y una superficie de 280 de longitud por 90 de anchura. En este lugar estuvo enclavado el poblado de El Argar, que, con discutible acierto, ha dado nombre a este periodo de la Prehistoria española por la riqueza y características de los materiales que proporcionó. Su descubrimiento se lo debemos a los hermanos Siret, que localizaron en aquel lugar cerca de mil tumbas de tres tipor diversos. En algunas, los cadáveres habían sido inhumados sin más, rodeándolos con otras piedras. Otras consistían en cistas de piedra. Finalmente, gran número de cadáveres fueron colocados en enormes tinajas de barro cocido con sus armas, joyas, ajuares e incluso recipientes con alimentos. A primera vista daba la impresión de que todo aquel terreno había sido en otro tiempo un gran cementerio. Sin embargo también se encontraron los más variados utensilios domésticos e instrumentos de trabajo: morteros, muelas para el grano, martillos etc... Quedaba de manifiesto, pues, que sobre la necrópolis había existido una ciudad cuyos habitantes acostumbraron a enterrar a sus difuntos bajo el suelo de sus propias viviendas, una práctica poco higiénica que sin embargo nos ha permitido acceder a un inmenso archivo de datos que nos permiten adquirir la más elocuente información sobre la vida y costumbres de aquellas gentes.
Se piensa que la población de El Argar floreció al menos durante siglo y medio, defendida por recias murallas de las que apenas quedan hoy los cimientos. Su población osciló entre los 400 y los 600 habitantes. Tras estudiar otros poblados análogos de la zona, se estimó que El Argar debió ser con diferencia el más importante núcleo habitado de todo este círculo cultural.
Cerca de El Argar se encontraron otros poblados similares. También junto al Antas están los poblados de Fuentes Bermeja, situado en la arista de una empinada colina, y Lugarico Viejo, ubicado en la cumbre de una colina y poderosamente fortificado. Acrópolis similares las hay en Parazuelos, Tres Cabezas, Campos, El Oficio y otros numerosos puntos de las provincias de Almería y Murcia. En realidad, en todo el levante abundan las necrópolis y los poblados fortificados de ambiente argárico, como por ejemplo en Orihuela, Callosa de Segura, Monteagudo, Pliego, Alcoy, Murcia, Vedat de Torrente, Solsona, Tarrasa y Guisona.
En la provincia de Granada se han localizado restos de poblaciones argáricas en Alcudia, Guadix, Puebla de don Fadrique, Caniles, Freila y Baza, entre otros. Al parecer, la influencia almeriense penetró cauce arriba por el río Almanzora, por las hoyas de Baza y Guadix, y enlazó con la cuenca del Guadiana hasta alcanzar el Guadalquivir. Una vez en el valle del Betis, se irradió por otros caminos. Así encontramos más allá de Linares hallazgos sueltos en Castilla, Córdoba, Sevilla, Huelva, Badajoz y Cáceres. En Portugal los yacimientos argáricos se encuentran mezclados con otros de tipo megalítico. En Galicia faltan enterramientos argáricos pero se han hallado piezas de bronce de su cultura escondidas en las propias sepulturas megalíticas que, sin duda, se siguieron reutilizando durante un cierto periodo de tiempo.
Remotos ecos argáricos se han encontrado asimismo en Cangas de Onís (Asturias), Ogarrio (Cantabria) y en diversos puntos de la meseta septentrional, especialmente en León y Burgos.

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