El mal gobierno y los abusos de la camarilla de Fernando VII hicieron perder al monarca parte de su popularidad, lo cual aprovecharon los partidarios de la Constitución para intentar restablecerla. Coincidiendo con los levantamientos de las ciudades de Zaragoza, Barcelona y otras de menos importancia a comienzos de 1820, las tropas que estaban acantonadas en Andalucía para ir a América con objeto de sofocar la insurrección de las colonias, se sublevaron en Las Cabezas de San Juan a las órdenes del coronel Riego, proclamando la Constitución de Cádiz.
El célebre himno patriótico que lleva el nombre de Riego, y cuyas vibrantes notas sonaron por primera vez en el alzamiento de Las Cabeza, es de autor desconocido; pero su música ha venido a ser la "Marsellesa" de los españoles, pues todos los movimientos populares han estallado entre sus acordes.
Y como tales movimientos han revestido siempre cierto carácter de hostilidad hacia el clero, ocasionando la ruptura de relaciones con la Santa Sede, en cierta ocasión dijo Claudio Moyano:
-El himno de Riego podía llamarse también "la marcha del Nuncio".
Las Cortes decretaron en 1822 la adopción de dicho himno como marcha nacional. La letra del himno se debe al entonces oscuro comandante y luego famoso general don Evaristo San Miguel, preso a la sazón por sospechoso en el castillo de San Sebastián, en Cádiz. Al mismo tiempo que en Las Cabezas, el movimiento fue secundado en varios puntos de Andalucía. Cádiz trató de efectuarlo el 10 de marzo de 1820, pero la guarnición de la plaza, que había ofrecido su aquiescencia, hizo traición al pueblo, cayendo sobre la desprevenida multitud a sangre y a fuego.
El movimiento iniciado por Rafael del Riego fue secundado también por el conde de la Bisbal al frente de un división enviada para sofocar la insurrección de Andalucía.
Aunque el movimiento andaluz se personificó en Riego, el jefe de la insurrección fue Quiroga, que desde Alcalá de los Gazules avanzó sobre Cádiz, mientras que Riego, desde Las Cabezas, y los comandantes Muñiz y Osorio, con sus fuerzas, desde Villamartín, caían sobre Arcos, sorprendiendo al Cuartel General.
El rey Fernando VII, ante todos estos problemas, se vio obligado a restablecer la Constitución de 1812, disponiéndose a gobernar con arreglo a sus normas.
En realidad el monarca lo hizo obligado por las circunstancias, pensando desde el primer instante en no cumplir su juramento.
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