22 oct 2013

LA REINA MARÍA AMALIA Y ¡AGUA VA!

Carlos III se había casado en 1738 con María Amalia Walburga, hija de Federico Augusto de Colonia.  Fue esposa a los trece años, a los catorce estaba marcada de viruelas, a los quince era madre, y en otros diecisiete dio a Carlos III trece hijos, entre ellos seis varones.  De éstos nos interesan Fernando, rey de Nápoles, nacido en 1751, y Carlos, que nació en noviembre de 1748 y que sería el siguiente rey de España. Cinco de las siete hijas murieron muy niñas.
Los nuevos soberanos llegaron a Madrid en diciembre de 1759 marchando al Buen Retiro, en cuyo palacio iban a residir.  Después de muchos años de permanencia en Nápoles, les sorprendió Madrid desagradablemente con sus calles oscuras, sin pavimentación, sucias y polvorientas, o enfangadas de barro cada vez que llovía.
Las noches de la capital del reino solían ser peligrosas para los transeúntes que osaban arriesgarse por sus sucias y estrechas callejuelas sin luz, en las que se escondían maleantes y matones para dar sus atracos, o tipos pendencieros tapados con sus capas y sombreros anchos en busca de camorra.
El marqués de Esquilache pavimentó las calles y les puso alumbrado, aminorando con ello el riesgo y la incomodidad.  Prohibió muchas costumbres groseras entre los urbanitas, como los piropos agresivos, los insultos arbitrarios, las estulticia ambulante del gamberrismo antiguo y el grito: "¡Agua va!".
Este grito provenía del inquilino que desde su balcón advertía al transeúnte de que vaciaba en la calle su orinal.
Esquilache tampoco permitió llevar espada ni armas cortas de fuego ni acero sin poseer licencia especial.
Carlos III trajo de Italia a Sabatini, arquitecto que embelleció Madrid con hermosos palacios, como San Francisco el Grande o el Palacio de Oriente.
La reina María Amalia no pudo contemplar las notables mejoras del ministro italiano.  Esta madre prolífica vivió en Madrid diez meses y falleció en septiembre de 1760, a los treinta y cinco años.

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