9 oct 2013

LA GUERRA DE SUCESIÓN BUSCA NUEVO REY PARA ESPAÑA (I)

En virtud del testamento de Carlos II, subió al trono de España Felipe V (1701-1724), con quien dio comienzo la Casa de Borbón, cuya llegada fue saludada en general con cierto júbilo, ya que España se encontraba abatida en los últimos tiempos de los Austrias y la nación era consciente de la necesidad de un cambio radical y una regeneración que bien podía proceder de la vecina Francia.
Sin embargo, el primer soberano empezó a repartir los cargos públicos entre personajes ultrapirenaicos, cual también hiciera en su momento Carlos V cuando inaugurase la Casa de Austria.  Todo esto, juntamente con la influencia de todo lo francés en modas, costumbres, artes y letras, produjo el descontento y preparó la hostilidad de muchos.
El rey de Francia, Luis XIV, al despedirse de su nieto Felipe, en el momento en que se iba hacia España, exclamó: "Ya no hay Pirineos".
Por su parte, el emperador de Alemania se preparaba a sostener con las armas los derechos de la casa de Austria, juntamente con varias potencias aliadas.
Fue así como dio comienzo la Guerra de Sucesión, en la que se disputaron la corona española dos príncipes igualmente extranjeros: Felipe de Borbón, nieto de Luis XIV, y Carlos, archiduque de Austria, apoyado por Alemania, Inglaterra, Holanda, Portugal y otras potencias menores.
España también se dividió en dos bandos que defendían igualmente al príncipe francés y al alemán, dando a éste su partidarios el nombre de Carlos III.
La Guerra de Sucesión tuvo por escenario no sólo España, sino también diversos países de Europa y las colonias españolas en América.  Portugal entró en la gran alianza contra los Borbones, acogiendo en su suelo al archiduque de Austria, mientras la escuadra inglesa, después de recorrer la costa española para sublevar a los pueblos en favor de Carlos III, se apoderó por sorpresa de Gibraltar.
Los moradores de Gibraltar se trasladaron al campo inmediato, fundando la población de San Roque, la cual conservó durante mucho tiempo el nombre del Ayuntamiento de Gibraltar, cuya bandera guarda todavía.
El Peñón se encontraba desguarnecido, pues aunque había en su recinto cien piezas de artillería, estaban en su mayor parte desmontadas, y las fortificaciones corrían la misma suerte que la guarnición, siendo, en suma, una gran plaza abandonada.  A pesar de ello, los soldados y vecinos de Gibraltar, cuando vieron aparecer los 51 buques y transportes correspondientes de la enorme escuadra anglo-holandesa, se dispusieron a repeler el ataque.  En efecto, los cuatrocientos hombres que pudieron armarse defendieron la desvencijada fortaleza por espacio de cuatro días, hasta que el enemigo, admirado de tan heroica resistencia, ofreció una capitulación honrosa, en cuya virtud el almirante Rooke enarboló en la antigua Calpe la bandera inglesa el 4 de agosto de 1704.
A partir de ese día ondea en la plaza de Gibraltar el pabellón británico, que durante mucho tiempo también se enarbolo en la isla de Menorca.

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