Fernando VI (1746-1759), hijo segundo de Felipe V, sucedió a éste en el trono de España. Y siendo de carácter bondadoso y apacible, ajustó la paz de Aquisgrán (1748), por lo cual fue reconocido el infante don Carlos por rey de Nápoles.
De esta forma, Fernando VI se aseguró el sosiego público, observando además una estricta neutralidad en las guerras de las otras naciones y consagrándose exclusivamente a fomentar los intereses materiales y la cultura patria.
Utilizando al efecto el poder absoluto creado por los anteriores monarcas, y rodeado de los hombres más ilustres que la nación tenía en aquel momento, continuó Fernando VI la serie de radicales reformas iniciadas por su padre.
La consecuencia fue la obtención de excelentes resultados en marina, agricultura, industria, ciencias y letra. Durante este pacífico reinado se fomentaron también los pósitos, unos almacenes públicos de granos para socorrer con préstamos a los labradores en la época de siembra, y para conservar la provisión de los pueblos. Se formaron unos pósitos con donativos piadosos, reglamentándose y administrándose adecuadamente. Otros se crearon por asociación de los labradores y fueron de fundación real.
El origen de los pósitos es, en realidad, muy antiguo. En España los había ya en el siglo XVI. Sólo fundados por Cisneros se conocen cuatro. En Cortes de Valladolid se pedía a mediados de dicha centuria que se procurase aumentar su número.
El haberse atendido a su seguridad y aumento en el primer tercio del siglo XVIII, después de lo cual se generalizaron mucho por todo el territorio nacional, hizo creer en un principio que el origen de los pósitos data de esa fecha.
Bajo la administración del marqués de la Ensenada, que comparte con su antecesor Patiño el título de fundador de la Marina Española, se terminaron de construir los Arsenales. Don Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, popularizado por Rubí en su drama "La rueda de la Fortuna", nació en Hervias (La Rioja) el año 1702 y murió en Medina del Campo en 1781.
Su juventud la pasó oscuramente en una casa de comercio de la ciudad de Cádiz. Allí fue donde le conoció el célebre ministro don José Patiño, quien, prendado de su natural carácter, le llevó consigo a Madrid, colocándole de oficial en la administración del Ministerio de Marina. En poco tiempo, el avezado subalterno llegó a alcanzar el título de ministro de Marina, dando cima a la magna obra iniciada por su antecesor, de crear los Arsenales y el Colegio de Guardias Marinas.
Por intrigas de Inglaterra, que veía con recelo la restauración del poderío naval hispano, fue desterrado de la Corte.
Igualmente constituye un título de gloria para el insigne marqués de la Ensenada el haber refrendado el primer decreto que se expidió en España para evitar el contagio de la tuberculosis, dictando medidas bastante más severas de lo que cabría pensar para la época.
Bajo la dirección del ingeniero francés Le Maur, que se encontraba al servicio de España, se facilitó también el comercio con la apertura de canales y caminos, y con medidas económicas muy acertadas, pues se aumentaron considerablemente las rentas públicas, comenzando a estar desahogado el tesoro por primera vez desde el reinado de los Reyes Católicos.
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