28 oct 2013

EL DESASTRE DE LA BATALLA DE TRAFALGAR



Poco después de la Paz de Basilea, Godoy cambió de política, firmando con Francia un tratado de alianza, poniendo la escuadra española a disposición del gobierno revolucionario francés para apoyar sus luchas contra Inglaterra. Y poco más tarde los buques españoles eran derrotados frente al cabo de San Vicente, apoderándose los ingleses de la isla de Trinidad.
En esta desgraciada acción se inmortalizó por su heroísmo el granadero Martín Álvarez, perteneciente al glorioso cuerpo de Infantería de Marina.  En cambio, el general que mandaba la escuadra no mostró gran pericia ni denuedo, a pesar de que sus fuerzas eran muy superiores a las del enemigo.  Este descalabro fue compensado por la heroica defensa de Cádiz y de Santa Cruz de Tenerife, donde fracasó el genio de Nelson.  Durante el ataque a la isla de Tenerife, Nelson estuvo a punto de perder la vida.  En el momento en que su bote tocaba tierra, un disparo destrozó el hombro del marino, quien se desplomó en el fondo del bote exclamando:
-¡Me han arrancado el brazo!
Llevado inmediatamente al navío insignia  "Culloden", donde actuaba como segundo capitán Eduard Berry, el cirujano le practicó la amputación de la extremidad.  Posteriormente a la intervención, el galeno le preguntó al almirante si quería que se embalsamase su brazo, a lo que Nelson, indicando con un movimiento de cabeza la hamaca en que yacía el cadáver de un marinero que pronto iba a recibir sepultura en las aguas del mar, contestó con indiferencia:
-No, arrojadlo ahí.
Todos estos reveses ocasionaron gran animosidad contra el ministro Godoy, que finalmente tuvo que abandonar la jefatura del gobierno, siendo sustituido por Jovellanos.
Gaspar Melchor de Jovellanos, definido por Menéndez Pelayo como "el español más ilustre y honrado del siglo XVIII", nació en Gijón el 5 de enero de 1744.  Estudió jurisprudencia, y después de servir una plaza de alcalde de casa y corte en Madrid, fue nombrado embajador de España en Rusia, pasando luego al Ministerio de Gracia y Justicia.
Pero al poco tiempo, se vio desterrado a la isla de Mallorca por intrigas de Godoy, pasando de nuevo éste a ocupar su antiguo puesto.
Algo más tarde, Napoleón Bonaparte, convertido en dueño de los destinos de Francia, rompió las hostilidades contra Inglaterra y obligó a España a seguirle.  Unidas, pues, las fuerzas españolas con las francesas, en 1805 fueron atacadas y vencidas por la escuadra inglesa en aguas de Trafalgar, de tan triste aunque glorioso recuerdo para los españoles, y de la fuga de la escuadra francesa, al ver indeciso el resultado del combate en el que, por cierto, murió Nelson.  También fueron víctimas de la sangrienta jornada los ilustres marinos españoles Churruca y Gravina.
En la célebre batalla naval no comandaba Horace Nelson la escuadra inglesa, sino el almirante John Jarvis.  Nelson era solamente comodoro, y únicamente mandaba el navío "Captain".  Sin embargo, el tuerto y manco Nelson fue quien decidió la victoria, gracias a que desobedeció las órdenes de su superior Jarvis.
Cuando frente a Trafalgar se encontraron las armas inglesas y francoespañola, Churruca llamó al capellán de su navío, el "San Juan", para que diera la bendición a los tripulantes, y pronunció las siguientes palabras:
-Hijos míos, en nombre del Dios de los ejércitos, yo prometo la eterna bienaventuranza al que muera en el cumplimiento del deber.
Como queda dicho, muchos murieron en aquella fatídica jornada del 21 de octubre de 1805. 

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