16 sept 2013

LA ANEXIÓN DE PORTUGAL

Muerto sin sucesión el rey de Portugal, don Sebastián, en la batalla de Alcazalquivir, una de sus empresas imperiales en África, le sucedió en el trono su tío, el anciano cardenal don Enrique, pero como era muy viejo y además no podía tener sucesión, fue necesario designar entre sus parientes más cercanos un heredero al trono.
El más cercano de aquella corona era el rey de España, pues era hijo de la emperatriz doña Isabel de Portugal.  Su derecho fue reconocido por las Cortes portuguesas en 1580.  Después de tal declaración, el cardenal don Enrique murió.  Sin embargo, cierto elementos del pueblo portugués, no queriendo incorporarse a Castilla, se rebelaron contra la decisión tomada, proclamando rey al prior de Ocrato.
Entonces, Felipe II, que estaba ya prevenido para tal eventualidad, envió a don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, con una escuadra y al duque de Alba al frente de un ejército, los cuales en poco tiempo dejaron sometida la nación lusitana con todas sus colonias al poder del monarca español.  De esta forma se conseguía la unidad nacional de la península Ibérica.
Por esta época, el duque de Alba se encontraba desterrado en la corte, y cuando Felipe II le dio orden de entrar en Portugal, esto le hizo decir:
- El rey me envía "encadenado" a conquistar un reino. 
También dijo, aludiendo a las privaciones que el ejército sufrió en la campaña:
-Hemos ganado aquel reino como se gana el de los cielos: ayunando a pan y agua.
Y al glorioso caudillo del sufrido ejército que así conquistó Portugal, no le permitió el monarca que fuera a besar su mano, ni que entrara en la corte.
Por su parte, el marques de Santa Cruz venció a las naves portuguesas rebeldes, comandadas por el prior de Ocrato, cerca de las islas Azores.
Proclamado rey de Portugal, Felipe II juró respetar las leyes y privilegios, lo cual cumplió escrupulosamente durante todo su reinado.  La incorporación de Portugal a España es, sin duda, el acontecimiento más feliz del reinado de Felipe II, pues con ello no sólo se realizaba la unión peninsular, sino que al Imperio Español se unían también las ricas colonias portuguesas.
Con la anexión portuguesa, se pensó en trasladar la corte a Lisboa, pero por ser plaza marítima y un lugar muy expuesto a Gran Bretaña, Felipe II reconsideró tal medida.
Hasta que Felipe II estableció la corte en Madrid, no había tenido España una capital fija, pues aunque hubiera ciudades con aquel título, como Burgos, Toledo, Valladolid y otras, ni eran la residencia habitual de los monarcas, ni en ellas se celebraban siempre las reuniones de las Cortes.
Los reyes viajaban frecuentemente por todos sus Estados, acudiendo en persona a donde era necesario; así, muchos de ellos nacieron o murieron en pequeños lugares, aún en despoblados.
Cuando Felipe II anunció su propósito de fijar la capitalidad del reino en Madrid, su padre le dijo:
-Si quieres conservar tus estados, deja la corte en Valladolid; si quieres aumentarlos, ponla en Lisboa; y si quieres perderlos, llévala a Madrid.
Otros altos dignatarios de reino le aconsejaron que la estableciera en Cádiz, por ser el puerto más indicado para el comercio de América y toda Europa.
Pero Felipe II no escuchó los consejos de nadie y llevó la capitalidad al mismo lugar en el que reside más de cuatro siglos después.

1 comentario:

Geppetto dijo...

NO fue una anexion, fue el resultado de las leyes Monarquicas que imperaban en ese tiempo, Portugal no cambio sus leyes, ni una sola.