20 sept 2013

FELIPE II ANTE EL PROTESTANTISMO

España, al igual que todas las naciones católicas mediterráneas, fue siempre refractaria al cisma germánico o herejía luterana, permaneciendo abrazada a la sumisa autoridad de la Iglesia Católica Romana, mientras gran parte de Europa negaba su obediencia al Pontificado.
Pero, a pesar de todo, también hubo en España algunos defensores o partidarios del luteranismo, haciéndose constar que el mayor número de ellos pertenecía a la clase más ilustrada.  Para castigarlos y producir escarmiento en futuros partidarios del luteranismo, el rey celebró en Valladolid al principio de su reinado un gran Auto de Fe en el que fueron quemados muchos heterodoxos.  De esta forma se llamaba a la ejecución de las sentencias dictadas por el Santo Oficio contra los delincuentes en materia de religión, los cuales eran entregados al brazo civil para que éste aplicara el castigo.
Durante el reinado de Carlos V habían sido quemados vivos 1.320 herejes, y en de Felipe II lo fueron 3.990.
Más tarde, Felipe Ii dio una célebre pragmática prohibiendo a todos sus súbditos estudiar en ningún establecimiento extranjero, con el fin de que no se contaminaran con doctrinas heréticas (por su bien).  el proceso más famoso que instruyó la Inquisición por sospecha de protestantismo fue contra fray Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo.
Fray Bartolomé, después de haber estado mucho tiempo en los calabozos del Santo Oficio, fue llevado a Roma, y el Papa le declaró absuelto del delito que se le imputaba.
También se dice que fue procesado como hereje luterano el príncipe Don Carlos, primogénito de Felipe I, añadiendo que éste le hizo prender en su misma cámara, y que en ella falleció al poco tiempo, dando lugar su muerte a sospechas de haber sido ordenada por el rey.  Lo cierto es que don Carlos era un peligroso desequilibrado que Felipe II no tuvo más remedio que eliminar de su corte.  Éste había nacido del primer matrimonio de Felipe II con su prima María de Portugal, en Valladolid, en el año 1545.  Desde muy niño padeció frecuentes enfermedades a causa de su débil naturaleza y en su juventud llevó una vida desordenada y libertina que le hizo caer en una especie de locura.  A pesar de todo, fue jurado heredero de la corona, pero después, descubiertas sus relaciones secretas con los protestantes rebeldes de los Países Bajos, Felipe II lo mandó recluir en sus habitaciones de palacio, dando cuenta de ello al emperador, que aún vivía en Yuste, al nuncio de Su Santidad y a los Consejos del Imperio.
En cierta ocasión se supone que Felipe II había afirmado:
-Si mi propio hijo fuera hereje, yo llevaría la leña para quemarle.
Pero no fue necesario.  El príncipe Don Carlos falleció en El Escorial el 24 de julio de 1568.  Según los relatos oficiales de su muerte, acometió contra su salud bebiendo nieve de una fuente y permaneciendo sin comer varios días, comiendo después con exceso.  Le acometieron fiebres altas, vómitos y disentería que acabaron por llevarle al sepulcro.
Los novelistas y dramaturgos han explotado el tema de la misteriosa muerte del príncipe heredero, especulando incluso con incestuosos amores entre éste y su madrastra, Isabel de la Paz.  Un drama de Lope de Vega, "El castigo sin venganza", parece aludir en su argumento a tal suposición, que acaso no reconoce más fundamento que el haberse tratado en un principio el matrimonio del príncipe Carlos con Isabel de Valois, a la que luego Felipe II, habiendo enviudado por entonces, tomó por esposa, con gran disgusto para su vástago.
Sin embargo, el fallecimiento de dicha señora, ocurrido a los pocos días del de don Carlos, aunque se debió a un hecho tan natural en la época como un parto, se relacionó por maledicencia con el asunto de los supuestos amores, que también forman el nudo de los dramas de Schiller y Alfieri, en que figura como protagonista el príncipe Carlos.
Lo que sí resulta comprobado es que don Carlos sufrió en Alcalá de Henares una caída, cuyas consecuencias fueron tal vez la perturbación mental y su carácter violento. Se cuenta que cuando el duque de Alba, nombrado gobernador de Flandes, fue a despedirse de don Carlos, éste se abalanzó sobre él tratando de estrangularle.  En otra ocasión refiere el historiador Cabrera, su zapatero le hizo unas botas estrechas. El príncipe le obligó entonces a comérselas cocidas.  También refiere el mismo historiador que una vez introdujo en su cama una gran cantidad de hielo con el fin de contraer una pulmonía, pues su propósito era suicidarse.

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