16 jun 2013

VIDA CULTURAL EN EL MEDIEVO

Los cultivadores de las ciencias naturales en este período son conocidos con el nombre de "alquimistas".  El más célebre de los nuestros fue el catalán Arnaldo de Villanueva, el más famoso médico de la escuela de Montpellier, que en las aulas cordobesas aprendió los secretos de los grandes químicos árabes.  Villanueva (1240-1311) fue, durante algún tiempo, médico de don Jaime el Conquistador; luego se trasladó a Sicilia y pereció en un naufragio cerca de Génova.  Discípulo de este sabio fue el no menos ilustre Raimundo Lulio.  Y por último, en el siglo XV tenemos, aunque muy por debajo de estas dos grandes figuras científicas, al insigne marqués de Villena, considerado como un nigromante (1384-1434). De sus trabajos científicos ninguno queda, porque después de su muerte fueron quemados casi todos los volúmenes de su copiosa biblioteca, salvándose tan sólo sus traducciones de la Eneida y de la Divina Comedia, un poema original sobre los Trabajos de Hércules, una especie de poética titulada Arte de Trovar o la Gaya Ciencia, otro poema denominado el Triunfo de las Donas y un tratado sobre el modo de trinchar en la mesa, al que titló de Arte Cisoria.
Según consejas vulgares, el marqués de Villena había descubierto el elixir de la inmortalidad. Y, para hacer la prueba en sí mismo, ordenó a un criado:
-Mátame, pica luego mi cadáver y encierra el picadillo, rocíalo con este elixir dentro de una redoma. Yo renaceré inmortal.
El argumento de la popular comedia de magia que con el título de "La redoma encantada" escribió el ilustre Hartzenbusch, está fundado en esta candorosa tradición.  Sin embargo, donde se manifiesta más lozano y poderoso el ingenio español de esta época medieval es en el campo literario.  en efecto, pues la literatura registra notables producciones desde que tuvo por medio de expresión una lengua nacional, la castellana, denominada así por haber comenzado a usarse en Castilla, y formada de la descomposición del latín.
Los primeros monumentos de la poesía castellana son el Poema del Mío Cid, el de los Siete Infantes de Lara y el cantar de la gesta de don Sancho II de Castilla, todos de autor desconocido y pertenecientes al siglo XII.  En la siguiente centuria aparecen ya los primeros poetas conocidos, y entre los cuales destacan don Alfonso el Sabio, autor de las Cántigas y Gonzalo de Berceo, que escribió en verso la vida de algunos Santos y los Milagros de la Virgen María.
La historiografía de este período se reduce a las Crónicas o Cronicones, siendo los principales el de Sebastián de Salamanca y el Albeldense, pertenecientes al siglo IX; el de Sampiro, al X; el del Silense, al XI y el de Pelayo de Oviedo al XII.
En la centuria siguiente aparecen ya cronistas generales en abundancia que escriben obras de relevante importancia. Los principales cultivadores de las letras españolas en el siglo XIII fueron el Arcipreste de Hita, poeta satírico; el infante don Juan Manuel, autor de "El Conde Lucanor" y el cronista don Pedro López de Ayala, que escribió el poema titulado "El Rimado de Palacio".
Pero los vates másilustres de esta época florecieron en el siglo XV y en la corte de don Juan Ii, sobresaliendo entre ellos Juan de Mena, que en su "Laberinto" cultivó el género alegórico; el Marqués de Santillana, tan conocido por sus "Serranillas" y su célebre epístola al Condestable de Portugal; y Jorge Manrique, autor de las famosas coplas de pie quebrado, consagradas a la muerte de su padre.
Y entre los prosistas más notables se cuentan el marqués de Villena, que no sólo cultivó las ciencias físicas, sino también las letras y otras muchas artes. 
La influencia de la cultura oriental en España y también en Europa fue extraordinaria; las obras de ciencia escritas por autores árabes y judíos pudieron ser divulgadas gracias a la labor realizada en las famosas "Escuelas de traductores de Toledo".
La primera Escuela alcanzó su máximo florecimiento en los siglos XII y XIII, con la protección, primero, del famoso Rodrigo Ximénez de Rada, arzobispo de Toledo, y más tarde del rey Alfonso X el Sabio.  Este monarca creó otras escuelas en Sevilla y Murcia, en las que enseñaban juntos maestros cristianos, musulmanes y judíos.  De todas las obras traducidas a un latín escolástico, se hacían numerosas copias que muy pronto circulaban no sólo por España sino por toda Europa.  En los países correspondientes a la corona de Aragón ejerció gran influencia la literatura provenzal con sus Cortes de Amor, Juegos Florales, etc.
La musa de los trovadores o poetas provenzales, que se denominaban también "Felibres", era pronunciadamente erótica y cortesana. Y el más famoso de ellos fue el valenciano Ausias March, que floreció en el reinado de Alfonso V de Aragón, celebró en sus versos a la bella Teresa de Monboy y murió en 1460.  También en Castilla hubo trovadores y juglares, así como Galicia ofreció un gran florecimiento literario, de que fueron producto las Cántigas de Alfonso el Sabio, escritas en gallego, y los apasionados versos de Macías el Enamorado.
Se cuenta que Macías, natural de Padrón, formaba parte, como doncel o escudero, de la servidumbre del marqués de Villena, gran protector  de los hombres de letras, y tuvo la desgracia de concebir una ardiente pasión por cierta dama de Jaén llamada doña Elvira y emparentada con la familia del marqués, a la que no podía hacer su esposa por la desigualdad de la condición social.  Pero doña Elvira, obligada por el de Villena, su señor feudal, casó con un hidalgo de su clase, llamado Hernán Pérez de Vadillo, señor de Porcuna, sin que por ello cejara el enamorado Macías en sus locas pretensiones.  Enterado de ello el marqués de Villena, hizo enojado encerrar al apasionado mancebo en su castillo de Arjonilla, del que aún queda en pie la torre del homenaje.
Desde allí, sin embargo, dirigía el infortunado galán a la dama de sus pensamientos coplas llenas de ternura.  Mas, habiendo caído uno de tales mensajes en eróticos en poder del celoso marido, corrió éste, ciego de furor, al sitio donde estaba encarcelado Macías, y viéndole a la reja de su calabozo exhalando en tristes endechas sus cuitas, le arrojó desde fuera un venablo, dejándolo muerto en el acto.  Esta es la patética historia que inspiró al célebre "Fígaro" (Larra) un hermoso drama que lleva por título el nombre del protagonista: "Macías el Emanorado".

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