El territorio del País Vasco se designó en lo antiguo por la raza que lo poblaba, con los nombres de Vasconia y Euskaria o Euskalherria.
Y si bien topográficamente corresponde a la Reconquista Pirenaica, por su historia pertenecen más bien a la nacionalidad asutriano-leonesa.
En efecto, desde muy antiguo estuvieron bajo la dependencia de los reyes de Asturias, aunque éstos no tuvieron que arrancarlas al poder de los moros, porque la dominación árabe no llegó a echar raíces en el libre suelo de dichos territorios.
En realidad tampoco permanecieron mucho tiempo bajo la tutela del reino asturiano. Y al emanciparse de ella, tal vez en el reinado de Alfonso III, a cuyas tropas ganaron los vascos en la batalla de Arrigorriaga o de Piedras Bermejas, se organizaron bajo un régimen municipal.
La tradición pretende que el alzamiento de la gente vascongada contra el rey asturiano fue acordado en solemne junta celebrada bajo el árbol de Guernica, y que en ella se proclamó "Jauna" o Señor de la antigua Vasconia o Euskaria a un tal Uria o Zuria, a quien se considera como el Cid vasco.
Más tarde, las Vascongadas se volvieron a unir voluntariamente al reino castellano, en el reinado de Alfonso VIII Guipúzcoa y en el de Alfonso XI, Álava y Vizcaya, bajo la expresa condición de conservar sus fueros.
Los fueros vasco-navarros, creados por usos y costumbres de antigüedad remotísima, por cattas-puebas y exenciones municipales, y por pactos y ordenanzas de hermandad (como la "Cofradía de Arriaga", que rigió en Álava y las "Juntas de Señorío" que tuvo Vizcaya), constituyen una colección legislativa que aprobó en 1454 Enrique IV.
Posteriormente se fueron desgajando algunas ramas del sagrado árbol de Guernica, símbolo de las antiguas libertades del pueblo euskaldún, cuyo himno patriótico es el famoso "Guernikako arbola" compuesto por el célebre Iparraguirre.
Justo es reconocer que los marinos vascos fueron los iniciadores de la pesca de la ballena y el bacalao, y hasta se les tiene por descubridores de los bancos de pesca de Terranova. Efectivamente, consta que cuando el italiano Cabot o Caboto, a quien generalmente se considera como descubridor de Terranova, arribó a ella, encontró naves vascongadas faenando en los bancos de bacalao, pues los había descubierto el guipuzcoano Juan de Echaide.
Y es curioso notar que cuando, por el tratado de Utrecht, Francia vendió a Inglaterra dicha isla, el gobierno inglés prometió respetar el derecho de los marinos vascos a seguir pescando el bacalao y la ballena en aquellas aguas como primeros ocupantes reconocidos de los famosos bancos.
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