La repoblación de las antiguas ciudades castellanas, la creación de nuevos núcleos urbanos y el desarrollo de la industria, el comercio y la agricultura, fueron causa de la importancia que adquirieron los comerciantes y artesanos.
Y es que estos burgueses, junto con la pequeña nobleza, esto es, los infanzones y caballeros, habitaban las ciudades y constituyeron el origen social de la clase media. En sus comienzos (siglos XI y XII) los municipios se gobernaron por el consejo abierto o asamblea de la que formaban parte todos los vecinos, presididos por el juez forero, primer magistrado de la ciudad. Más tarde, los consejos se formaron como los actuales ayuntamientos, por cierto número de vecinos elegidos para representar a la comunidad. Los municipios libres, cuya época de esplendor corresponde a los siglos XIII y XIV, mantuvieron milicias propias, establecieron entre ello alianzas, llamadas "hermandades" y tuvieron sus representantes en las Cortes.
Desde la época de las grandes conquistas (siglo XIII), vivieron también, en ciudades y campos, parte de sus antiguos pobladores musulmanes, que no las abandonaron al ser conquistadas por los cristianos, y conservaron su religión, siendo conocidos con el nombre de mudéjares.
Éstos vivían, como los judíos, en barrios aparte y eran principalmente maestros de obras, artesanos, comerciantes, agricultores e incluso soldados. Los judíos, mudéjares y extranjeros no tuvieron ningún derecho a tomar parte en el gobierno de las ciudades. A partir del siglo XIII, los reyes cristianos del occidente español legislaron en favor de los siervos de tal manera que un siglo después ya no existía servidumbre, y los siervos de la gleba eran emancipados de la tierra, convirtiéndose en colonos o arrendatarios.
Libres del yugo personal, los campesinos quedaron, sin embargo, sujetos a fuertes tributos. Por esa causa la vida en los medios rurales continuó siendo de gran dureza. Entretanto, con las grandes conquistas aumentó extraordinariamente la riqueza agrícola y ganadera de los reinos cristianos. La ganadería adquirió grandes privilegios que los grandes ganaderos, agrupados en los Consejos de la Mesta, aumentaban y defendían con tesón. También la industria prosperó, merced sobre todo a la mano de obra mudéjar. Los tejidos, la cerámica, la metalurgia y la orfebrería alcanzaron en numerosas ciudades (Talavera de la Reina, Manises, Toledo, etc...) gran desarrollo, y los productores se organizaron en gremios o corporaciones de artesanos, agrupándose por profesiones e industrias.
El comercio marítimo fue muy activo, y el terrestre, aunque dificultado por la inseguridad de los caminos y los numerosos tributos de paso impuestos por los señores y ciudades, aumentó sin cesar. Contribuyó a su desarrollo las ferias y mercados celebrados en épocas fijas en muchas localidades. Las ferias castellanas de Medina del Campo tuvieron fama en los países europeos. Los reyes y las ciudades acuñaron moneda al mismo tiempo. Pero con Alfonso VIII comenzó el proceso de unificación de la moneda, al acuñarse durante este reinado el maravedí de oro, que con las doblas de dicho metal fueron las monedas más frecuentes y usadas en estos reinos cristianos de la Edad Media.
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