11 may 2013

MUERTES DE ENRIQUE IV Y LA REINA DOÑA JUANA

No tardó en llegar la última hora de Enrique IV.  Un fuerte dolor de costado le condujo al sepulcro la tarde del 11 de diciembre del año 1474.  En lamentable estado dejó el reino de Castilla don Enrique: con la perspectiva de una guerra civil entre su hija doña Juana "la Beltraneja" y su hermana doña Isabel, la cual estaba destinada a llevar sobre su frente la diadema de dos mundos.
La reina doña Juana había insistido en sus costumbres libres y formas descocadas, y al fin se la apartó de su hija evitando a la niña perniciosos ejemplos.
Juana "la Beltraneja" tenía ya doce años, y residía en Madrid guardada por el hijo del maestre de Santiago, ya marqués de Villena.
En Segovia, el 13 de diciembre de 1474, celebró doña Isabel el funeral de su hermano el rey Enrique IV; y después de cambiar sus vestidos de luto por las ropas de corte, se ciñó la corona en la Iglesia Mayor con una ceremonia solemne.
La nobleza presente la prestó juramento, y en fechas inmediatas llegaron otros grandes que juraron también la acostumbrada fórmula. Entre ellos estaba Beltrán de la Cueva, quien jurando a Isabel, rechazaba a esa hija cuya paternidad, según algunos, le habían atribuido con manifiesto  error.
Pero ¿era hija legítima doña Juana? Los historiadores modernos todavía no se han puesto de acuerdo sobre esta cuestión, pues mientras unos afirman otros niegan la legitimidad de la llamada Beltraneja.
En cuanto a su casquivana madre, la reina doña Juana, fue enviada a un monasterio donde falleció en 1475 a los treinta y seis años de edad, posiblemente a consecuencia de un parto o un aborto.
Otros dicen que quizá murió por haberle dado "hierbas" por orden de su hermano el rey de Portugal para que cesaran sus liviandades.  Es curioso observar que la hermosa mujer tuvo un rasgo de coquetería póstuma. Recomendó, poco antes de morir:
-Que me sepulten "en hueco" para que la tierra no caiga sobre mi cuerpo.

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