En marzo de 1344 el rey Alfonso XI, ayudado por Aragón, Navarra, Enrique de Lancaster y varios nobles gascones, tomó la plaza de Algeciras tras un asedio de más de un año y medio.
Los moros se defendieron con denuedo e hicieron ya uso de la artillería. A este respecto conviene recordar que la primera vez que se habla del uso de la pólvora y de la artillería por los árabes es con ocasión del sitio de Niebla, en el reinado de Alfonso X el Sabio; luego las emplearon también en los sitios de Tarifa y Algeciras.
Por consiguiente, mucho antes de que Bertoldo de Schwartz, monje alemán (muerto en 1384), a quien se atribuyó generalmente la invención de la pólvora, que en realidad es un invento chino, ya era ésta conocida y empleada en la guerra por los musulmanes de España. El motivo de la confusión procede de los propios historiadores que hicieron notar que ni la palabra "pólvora" ni ninguno de los nombres con que se designan las armas de fuego, son árabes, y sostuvieron que la fabricación de éstas comenzó en Flandes.
¿Cómo eran las primeras armas de fuego y piezas de artillería?
Fueron pequeños cañones, llamados cerbatanas o culebrinas, que se disparaban sobre una horquilla o cubo de madera, y se componían de tubos de hierro forjado, reforzados por medio de ruedas o anillos del mismo metal. Las balas fueron de piedra en los comienzos, y de plomo o hierro más tarde. Al achicar luego las dimensiones del cañón primitivo, resultó la culebrina de mano o espingarda, con que ya se podía hacer fuego apoyándola sobre el brazo del tirador. Modificada esta arma, tomó los nombres de arcabuz, mosquete y fusil, que se diferenciaban por el calibre y la carga. Y en ellos, además, la mecha primitiva para pegar fuego a la carga fue reemplazada por un pedernal que siglos después ya sería sustituido por un fulminante.
El insigne Alfonso XI fundó la Orden de la Banda, que tenía por objeto conservar el espíritu caballeresco de la época. Aunque la verdad es que dicha Orden sólo se mantuvo con esplendor mientras vivió el monarca. Sin embargo, el color de la Banda, que era rojo, ya predominante en los escudos españoles, le conservaron en el suyo los sucesores de Alfonso XI, viniendo a ser considerado como distintivo nacional.
Hasta en el uniforme militar quedó aquel color, pues lo llevaron en su calzas las milicias de los Reyes Católicos y las tropas del Gran Capitán. En tiempos de Felipe II los soldados vistieron de amarillo con cuchillos rojos, por lo cual comenzó a ser roja y gualda la bandera española, que se conserva así por decreto de Carlos III. Algunos cuerpos militares, no obstante, conservan en sus estandartes el color morado que se usó en el antiguo pendón de Castilla.
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