27 abr 2013

DON ENRIQUE EL BASTARDO, FRATRICIDA Y "EL DE LAS MERCEDES"

A pesar de todos los peligros que le acosaban, D.Enrique el Fratricida logró conjurarlos atrayéndose ala nobleza por medio de liberalidades, gracias y mercedes, que le dieron el sobrenombre de "el de las Mercedes".
En efecto, al título nobiliario de Conde, único que hasta entonces había habido en Castilla, agregó este monarca el de Duque. El primer ducado que creó fue el de Benavente.
También instituyó luego su hijo Juan I la dignidad de Condestable, importada de Francia. El primer condestable de Castilla fue Alonso de Aragón, marqués de Villena.
Enrique II el Bastardo halagó asimismo al estado llano con disposiciones favorables a sus intereses. Entre las concesiones dadas al magisterio de instrucción primaria para dignificar a tan respetable clase estaban la de poder usar toda clase de armas y tener caballos de guerra "como los han tienen los fijos-dalgos", pudiendo además llevar "lacayos o esclavos con espada"; la exención del servicio militar y la prohibición de ser encarcelados por ningún motivo, pues aún en caso de homicidio se les daría por cárcel su propia asa, la cual se les facilitaba gratis por los pueblos y villas.
Igualmente disfrutaban la prelación del despacho de sus litigios por los tribunales de justicia, a cuyos funcionarios se encarga "que salgan a recibir a los maestros y les den asiento". Y el ennoblecimiento de los que hubieren enseñado por espacio de cuarenta años, pues en tal caso debían gozar "de cuantas gracias y privilegios gozan los Duques y Condes", y de una pensión decorosa para el resto de sus días. Y todo esto ocurría en el siglo XIV.
Son también muy notables los siguientes consejos que, entre otros, dio Enrique II a su hijo Juan I:

"Haz atención a que tienes en tu reino tres géneros de gentes: unos, que constantemente siguieron mi partido; otros, que con la misma constancia se declararon por el de Don Pedro; y otros, que hicieron profesión de indeferentes, por aprovecharse con igualdad de las dos parcialidades.  Mantén a los primeros en los empleos y honores que yo les concedí, pero sin contar demasiado con su fidelidad.  Adelanta cuanto pudieres a los segundos, confiándoles ciegamente los empleos de mayor importancia; porque la lealtad que conservaron en su fortuna próspera y adversa, es la prenda más segura de la que te profesarán  ti en tus fortunas.  En cuanto a los terceros, o sean los indiferentes, no hagas caso, ni para el castigo ni para el premio, teniéndolos solamente en la memoria para el desprecio.  Sería grande imprudencia fiar los cargos que se dirigen al bien público, a unos hombres que nunca adoraron a otro ídolo que su interés personal."

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