Mientras Tarik combatía y sometía a los visigodos -ya con el propósito de quedarse en España-, desembarcó en Algeciras su jefe Muza ibn-Nussayr con 18.000 hombres y seguidamente ocupó Carmona y Sevilla, estableciendo el asedio de Mérida. Una vez dominados los núcleos que ofrecían resistencia, Muza se dirigió al encuentro de Tarik, que llamado por aquél, descendía por la región occidental y se disponía a alcanzar Toledo.
En Almaraz -junto a Talavera-, tuvo lugar la reunión de los dos jefes; éstos entraron en Toledo y de allí, repitiendo el camino que había recorrido Tarik solo, ascendieron por Guadalajara y ocuparon juntos Zaragoza. Fue aquí donde recibieron aviso del califa de Damasco para que se presentaran ante él y le diesen cuenta de su actuación, así como de sus mutuos odios y querellas nacidos de la victoriosa conquista del territorio hispánico. Precipitadamente y, al parecer, sin ocupar los territorios catalanes, regresaron a Oriente y dejaron en España como lugarteniente a Abd al-Aziz, hijo de Muza.
La facilidad y rapidez con la que fue sometida España por los árabes se explica en parte por la relativa dulzura y benevolencia con que los vencedores trataron a los vencidos , respetándolos en sus personas y bienes. También influyó en ello lo inopinado de la invasión, el auxilio de los judíos y la complacencia con que la raza hispano-romana veía la desaparición del aborrecido imperio gótico. Las tierras fueron distribuidas entre los vencedores; pero la parte correspondiente al califa se dejó en poder de los cristianos, a condición de que pagaran como renta el tercio del producto.
El emir Abd al-Aziz, que se había casado con Egilona, viuda del rey Don Rodrigo, se mostró muy benévolo con la gente española. Igual proceder había observado Tarik, al contrario que Muza, el cual desplegó siempre verdadero lujo de crueldad y ensañamiento con los vencidos. Por eso algunos creen que éste y no Muza el Regenerado, de quien hablaremos más adelante, es el Moro Muza de nuestros refranes.
En 713 el emir Abd al-Aziz celebró con Teodomiro, que se defendía en Orihuela (Alicante) un convenio mediante el cual era reconocido el jefe godo como soberano de un pequeño reino, llamado Tadmir por los árabes, y cuya capital era la propia Orihuela. Gracias a esta capitulación y a otras análogas quedaron muchos españoles viviendo en los mismos pueblos dominados por los musulmanes, sin perder sus bienes ni renunciar a su Dios. Dichos cristianos son conocidos en nuestra historia con el nombre de mozárabes, nombre derivado de la palabra mixtiárabes (mezclados con los árabes); otros afirman que el nombre procede de la radical arábiga "mostarab" (arabizados), y algunos creen que de los vocablos "metrárabes" y "metis", que eran despectivos.
El emir Abd al-Aziz murió asesinado por emisarios de Damasco. Su cabeza fue enviada al califa, que tuvo la crueldad de mostrársela a su padre, Muza. Resulta curioso observar que todos los caudillos árabes que realizaron la conquista de España (Tarik, Muza, Mogueit, Abd al-Aziz) fueron recompensados por los califas con la más negra ingratitud.
Los emires siguientes a Abd al-Aziz fueron Ayud y Alahor. Este último, no satisfecho con la dominación de España, se propuso también la conquista de Francia; pero entretanto su ejército, mandado por su lugarteniente Akama, era derrotado en Covadonga por Don Pelayo.
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