Después de la batalla del Guadalete, los árabes se extendieron rápidamente por toda la Península, sin encontrar resistencia más que en contados lugares, probablemente porque los visigodos creyeron que los invasores venían en ayuda de los enemigos del rey Rodrigo y se retirarían después de llevarlos al trono de España.
Conquistada la Península Ibérica, a la que llamaron al-Ándalus, pasó ésta a ser una provincia más del Imperio Árabe, bajo el mando de un emir o gobernador dependiente del califa de Damasco.
Para nombrar a los nuevos dominadores de España se emplean distintas palabras cuya significación es preciso aclarar: los nombres de "árabes", "berberiscos" y "moros", tienen un significado étnico o de raza, y se refieren el primero a los oriundos de Arabia, que formaban la aristocracia del Imperio, y los otros dos a pueblos del norte de África, cuyos territorios fueron conquistados por los anteriores y que, convertidos a su religión, la abrazaron con fanatismo.
Berberiscos y moros conformaban la mayor parte de la soldadesca invasora. Los nombres de "musulmanes" y "mahometanos" tienen un significado religioso y se aplican a todos los que profesan la religión del profeta Mahoma, cualquiera que sea su raza u origen.
La dominación árabe de España duró cerca de ocho siglos, desde el 711, año de la antedicha batalla de Guadalete, hasta 1492, en que se verificó la conquista de Granada por los Reyes Católicos. Durante este gran período suelen marcarse tres momentos críticos: el Emirato (711-756), el Califato (756-1031) y los Reinos de Taifas (1031-1492).
Los árabes, pertenecientes a la raza semítica, procedían de la península asiática que les da nombre, y en la cual apareció a finales del siglo VI un hombre extraordinario que, suponiéndose inspirado por Dios, formó una nueva religión; hablamos, obviamente, del Profeta Mahoma. Dicha religión, fanatizando a las sedentarias tribus árabes, hizo de ellas un pueblo guerrero, que, bajo la dirección de los Califas o sucesores del profeta, llevó sus armas vencedoras por gran parte de Asia y toda el África septentrional, desde donde invadió España.
La España árabe estuvo al principio regida por Emires (otros escriben "Amires") o gobernadores dependientes del califa de Damasco. El primero de ellos fue Tarik, que, después de vencer en Guadalete o Guadi-Becca, continuó avanzando por la Península. Al efecto dividió su ejército en tres cuerpos, comandados respectivamente por él y por sus tenientes Zaide y Mogueit al-Rumí; aquél tomó Écija y Málaga y éste Córdoba, marchando luego sobre Toledo.
En Toledo, de la cual fue nombrado gobernador, según algunos, el traidor obispo don Opas, se hizo dueño Tarik, según refieren las crónicas árabes, de la célebre mesa llamada de Salomón, que se supone traída por los godos a España desde Roma, y que era una supuesta maravilla artística.
Tras conquistar Toledo, donde se había refugiado la aristocracia goda, poseedora además de grandes riquezas, las tropas árabes alcanzaron el valle del Duero en el otoño del 711 y permanecieron por las tierras castellanas durante todo un año. Luego anduvieron recorriendo el territorio y dominando castillo y pueblos hasta Amaya por el Norte y Astorga y Lugo en el occidente peninsular.
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