28 nov 2012

ARTE RUPESTRE AMERICANO (IV)

Entre las diversas culturas del Perú preincaico hay al menos dos, la Moche y la Nazca, que son portadoras de arte rupestre (entre el 800 a.C. y el 500 d.C.).  La segunda tiene una manifestación muy peculiar en los llamados geoglifos.  En las llanuras desérticas pero también en laderas de cerros y quebradas, los artistas apartaron las piedras oscuras de la superficie para ir formando figuras con el terreno así despejado.  Los geoglifos, para ser inteligibles, debían ser contemplados desde bastante distancia, con todos los problemas de perspectiva que esto implica (algunas figuras sólo han podido ser entendidas cuando han sido contempladas desde el aire).  De este modo, en las comarcas meridionales del Perú, entre Cahuachi y Palpa, pero asimismo, en el norte del actual territorio chileno, se representaron antropomorfos, aves, una especie de arañas y diversas combinaciones de figuras geométricas, entre otras.  Se desconoce cuál pudiera ser su finalidad, aunque es indudable que hay que relacionar los geoglifos con rituales religiosos.
Además, Perú, en su variada geografía, guarda otras muchas manifestaciones de arte rupestre poco estudiadas..  Entre los sitios conocidos hay que citar los de Pizacoma, Mazocruz, Candarre y Tarata.  Esta última zona contiene un centenar de abrigos y cuevas con pinturas a las que se han atribuido unas fechas de entre el 3000 y el 1500 a.C.  También en la región de Lauricocha hay sitios con arte rupestre.  Hay que citar también las dos cuevas de Toquepala (departamento de Tacna) con pinturas subnaturalistas formando escenas y con superposiciones, que pueden situarse en torno al 7000 a.C.
Mejor conocido va siendo el arte parietal de algunas regiones de Bolivia (La Paz, Oruro, Potosí, Cochabamba, Chuquisaca, Tarija, Santa Cruz y Beni).  Su abanico cronológico es muy amplio y va desde tiempos preagroalfareros hasta el pasado siglo XX.  Las culturas regionales preincaicas ofrecen diversos estilos y cronologías.  Del periodo "incaico" son alguno sitios de Copacabana y del departamento de Santa Cruz.  Mientras que son subactuales los petroglifos de Chama, tribu amazónica del oriente de Bolivia.
La costa septentrional chilena comparte con la meridional peruana la singularidad de los geoglifos.  En diversas comarcas, desde Arica hasta Quillagua (curso inferior del río Loa), pero principalmente en la provincia de Iquique, se pueden ver estas representaciones en las pedregosas laderas desnudas de vegetación.  El mejor conjunto es el de la Pampa de Tamarugal, en particular, en el lugar llamado Pintados, donde, en una extensión de 6 km., se representa una variada temática de signos geométricos y astrales, junto con figuras humanas y animales en posiciones rígidas y estáticas.  Coinciden casi siempre con encrucijadas o altos en los caminos por los que transcurrían las caravanas de llamas.
En la misma zona chilena de los geoglifos existen una treintena de lugares con pinturas de estilo seminaturalista que seguramente son más antiguas que aquellos.  Hacia el sur se encuentran petroglifos de diversos estilos, que son abundantes en el Salar de Atacama.  En esta región semidesértica hay, además, dos lugares con notables representaciones pictóricas: el Salar de los Infieles y la quebrada de Las Pinturas, ambos con grandes figuras humanas que visten túnicas decoradas.  En la zona de Tarapacá se halla el importante conjunto de Tamenica, que es un santuario dedicado al culto del cóndor, con figuración de complicadas escenas.  Asimismo merecen ser mencionados los sitios de Angostura y Cueva Damiana, en la cuenca superior del río Loa y los cortados entre los que discurre el río Chuschul, todos ellos con grabados.
Más hacia el sur de Chile hay un gran vacío en el que sólo se ha señalado el sitio de pinturas de la quebrada costera de El Médano (cerca de la ciudad de Taltal).  En este conjunto hay escenas de caza de camélidos y de pesca de animales marinos.  Ya en el territorio de Copiapó, en el valle del río Jorquera y comarcas aledaña, hay varios lugares con pinturas.  Es muy conocida la figura del pájaro verde, una pintura polícroma en un abrigo a orillas del río Figueroa.  Por otra parte, mas de mil doscientos conjuntos de grabados, en curso de estudio, existen en la Sierra de la Silla y en el alto valle del río Elqui.
La región de Coquimbo y Santiago, en el centro del país, es la que contiene mayor número de lugares con arte parietal, pero esto seguramente es debido a que la cercanía de la capital ha hecho más intensiva la exploración.  Los conjuntos de la cuenca del Limarí han dado nombre a un etilo qeu se caracteriza por el motivo de la máscara con adornos cefálicos y apéndices espirilados, por ejemplo, las del Valle del Encanto, en Ovalle.  Otra zona de gran riqueza iconográfica es la de las cuencas de los ríos Choapa, La Ligua y Aconcagua.  En este último lugar se encuentra el epicentro del estilo Aconcagua, con figuras humanas de múltiples brazos.  El límite meridional de los petroglifos se ubica en Chanchan (Río Bueno).  En este lugar se ha definido el estilo de Rostros, propio de algunos lugares del territorio araucano. Ya en el extremo sur, en las inmediaciones del lago General Carrera, hay pinturas de estilo patagónico que corresponden al miso grupo que las de la Patagonia argentina, de las cuales hablaremos más adelante.

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