La mayor personalidad en este campo es sin duda alguna el vasco Eduardo Chillida, ganador de la bienal de Venecia de 1958. Si en la primera época trabajaba en hierro forjado, pasaría pronto a la utilización de grandes piezas de madera o de hormigón.
Otros nombres dignos de destacar son los de Pablo Serrano, que cultivó desde el retrato a la abstracción metafísica; Miguel Berrocal y Martín Chirino, maestros del hierro, así como Javier Corbero, cuyos materiales preferidos fueron el mármol y el acero o Gargallo, y Julio González, seguidos de cerca por el genial autor catalán Antoni Miró.
En cuanto a la pintura, el alejamiento de figuras como Picasso, Miró e incluso Solana, hizo que apareciesen nuevos valores. Mientras Benjamin Palencia se lanzaba a la consecución de una pintura "idealizante y pitagórica", Zuloaga, Sotomayor o Aguiar seguirían cultivando el retrato oficial o el muralismo simbólico, en tanto que la temática de Vázquez Díaz le permitía segur en su línea sin mayores dificultades.

Otra de las grandes figuras fue el catalán Joan Miró, que obtuvo los más codiciados premios internacionales.
El empuje necesario para sacar la pintura española de su aislamiento se debió fundamentalmente al grupo surrealista formado por Tápies, Ponç y, por supuesto, Salvador Felipe Jacinto Dalí i Doménech (Dalí), etc... en Barcelona en 1948. Su máxima figura quizás fue Tápies, quien pronto abandonaría este estilo y pasaría a encabezar el movimiento informalista.
En 1956 surgiría en Madrid otro grupo importante, "El Paso", del que formarían parte Saura, Miralles, Viola, Canogar, Feito y Rivera.
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