Con el asesinato de Carrero Blanco, los sectores más reaccionarios del Régimen, aquellos que no querían la restauración monárquica, creyeron llegado su momento. Se puso en marcha una operación de gran calado político encabezada por Carlos Arias Navarro, el ministro de la Gobernación que no había podido evitar que mataran a su presidente. El Gobierno en pleno fue cesado. ETA no sólo consiguió matar al presidente del Gobierno, sino que logró eliminar de un plumazo a todo el Ejecutivo. El Caudillo receló de los monárquicos como Torcuato Fernández Miranda y dio una gran satisfacción a todos aquellos que se oponían al difunto almirante y a los "chicos de la Obra".
En primer lugar le ofreció la presidencia del gobierno al falangista Girón de Velasco, ya por entonces imposibilitado y en silla de ruedas, quien rechazó el cargo precisamente por su minusvalía.
Se produjeron entonces toda suerte de maniobras, protagonizadas principalmente por Pío Cabanillas y Alejandro Rodríguez de Valcárcel, los cuales contaban con el apoyo del entorno familiar de Franco. Fueron ellos quienes propusieron a Arias Navarro. Pero Franco se resistió alegando que no podía nombrar al hombre que, teniendo que velar por la seguridad del presidente del Gobierno, no había podido evitar su muerte. En su lugar Franco sugirió al almirante Nieto Antúnez, quien había sido ministro de Marina durante cinco años. Pero los otros replicaron que con una edad de setenta y ocho años, era demasiado viejo para asumir la responsabilidad del Gobierno.
Historiadores, analistas y estudiosos de este interesante período parecen coincidir en la relevancia que tomó entonces el entorno privado de El Pardo para influir en la decisión del dictador. Su mujer, doña Carmen Polo; Vicente Gil, su médico personal; Antonio Urcelay, ayudante personal; José Ramón Gavilán, segundo jefe de la Casa Militar del jefe del Estado... todos tenían muy claro cómo deseaban que se dirigiera el futuro político de España.
Finalmente se tomó e firme la decisión que desconcertaría a los aperturistas. Parece evidente que las opiniones de doña Carmen Polo y del marqués de Villaverde jugaron un importante papel, obstaculizando la promoción de Fernández Miranda a causa de su conocido compromiso con el futuro rey don Juan Carlos. Fueron capaces de persuadir a Franco de que la cesión de poder a Carrero Blanco había sido un error porque había abierto el camino a Juan Carlos, el cual abrigaba no pocos secretos planes liberales para el futuro.
Así, el 28 de diciembre Franco solicitó que le trajesen la "terna". La terna era el trío de nombres que se barajaban para la sucesión del malogrado presidente. Estaba compuesta por Carlos Arias, José García Hernández y José Solís (Torcuato Fernández Miranda había sido eliminado). El día 29 se firmó el decreto del nombramiento del nuevo presidente. Se publicó en el Boletín Oficial del Estado el día 30. El elegido era Carlos Arias Navarro.
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