Mientras que las frecuentes superposiciones se solían interpretar en el sentido que la configuración final del plafón no era importante y que lo que tenía significado era el acto real de dibujar cada animal de una forma individual con fines mágicos, Leroi Gourhan se postuló a favor de que nos estábamos enfrentando a auténticas escenas narrativas anteriores a las del arte levantino o esquemático. Opinaba el investigador que la vecindad y la superposición eran un medio para expresar la idea de un cuadro más complejo. Así, las heridas que presentaban algunos animales no formarían parte de un ritual relacionado con la magia de la caza, sino que serían símbolos en los que el venablo o la flecha tendrían un valor masculino, mientras que la herida lo tendría femenino.
La interpretación de Gourhan domina una compleja concepción de hechos relacionados con la fecundidad que, probablemente, en diversos aspectos, se puede interpretar como una pervivencia larvada de una parte de las viejas teorías del abate Breuil y sus seguidores.
De acuerdo con estos planteamientos Leroi-Gourhan llegó a la conclusión de que las cuevas estaban decoradas según un plan sistemático, cuyo esquema se podía llegar a reconstruir. Gracias a él, la tradicional concepción breuiliana de la cueva/santuario se vio confirmada y mejorada.
Los trabajos que discrepan de las doctrinas de Gourhan no son muy numerosos. Así, el único análisis sistemático y crítico se contiene en un trabajo de P.J. Ucko y A. Rosenfeld. Actualmente la investigación se orienta más bien a perfeccionar los trabajos de Leroi-Gourhan y abrir nuevos caminos a partir de los mismos, aunque las aportaciones son escasas por el momento y se producen a un ritmo extraordinariamente lento.
No obstante, la idea de entender el arte rupestre cuaternario como un modo de expresión gráfico, convencional y colectivo, y por tanto semiológico, no deja de poder ser considerado como chauvinismo. Nos falta completar cada tema por su signo, en el sentido lingüístico. Recordemos lo que F. de Saussure, fundador de la semiología, explicaba sobre la misma: "Un signo es la asociación convencional de un significante (la forma perceptible del signo) con un significado (el concepto que representa)". Tal vez los investigadores se han dejado llevar por el entusiasmo y han querido ver una complejidad donde no la hay, llevados por la necesidad de entender una sofisticación lingüística en la vida de los habitantes cuaternarios de las cuevas y refugios.
Con todo esto, todavía en el terreno de la mera hipótesis, podríamos estar ante una mitología expresada por un sistema semiológico, o incluso una mitología relacionada con la caza según un sistema tal vez binario, con los que estableceríamos el punto entre las viejas y las nuevas teorías. Frente al hecho maravilloso de su existencia y de la posibilidad de su contemplación, el correcto significado del arte paleolítico queda en la penumbra de los tiempos. Sin embargo, no hay que olvidar que se trata del primer arte conocido de la humanidad, y eso merece un reconocimiento.
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