Aunque parezca increíble existen indicios de actividad artística anterior al Paleolítico. Por ejemplo, tenemos un posible animal grabado en el hueso pelviano de un rinoceronte del Pleistoceno medio en Bizingsleben (Turingia), la mitad de un metacarpiano de un gran bóvido del Achelense en Torralba del Moral (Soria) con una especie de cara de grandes ojos y la parte facial de un Homo Erectus de hace unos 450.000 años hallada en la Caune de l'Arago (Rosellón) y convertida en una posible máscara.
En el Musteriense -o Paleolítico Medio- conocemos ya la existencia de unas prácticas funerarias que consistían en enterrar los muertos teñidos de ocre rojo o tendidos sobre un fondo de ese color, y con algunos objetos votivos en torno, lo que sin duda constituye un argumento en favor de la existencia de creencias religiosas de algún tipo. Es por lo tanto posible que en estos períodos existiera algún tipo de arte primitivo sobre materiales perecederos, pero hasta nosotros sólo han llegado trazos abstractos hechos con un cierto ritmo, o los denominados griboullis, garabatos sin orden aparente pero que para sus autores pudieron tener algún significado, y que, luego, en el Paleolítico superior, se encuentran tanto en el arte mueble como en el parietal. Todos estos indicios podrían incluirse en la denominación de actividad artística prefigurativa.
Parece probable que esta inclinación hacia una actividad gráfica tuviera un cierto valor para los hombres del Musteriense. La estría pudo tener un sentido de presencia, de posesión, sugerido por los zarpazos de los sosos sobre las paredes de las cavernas. Mediante muescas o estrías dispuestas regularmente, un sentido enumerativo no debe ser descartado; desde el Musteriense, los hombres pudieron constatar las lunaciones o los años; pudieron existir muy pronto los bastones-calendarios, antepasados de los que estaban en uso no hace mucho en el Pirineo, los Balcanes y el norte de Europa. El problema deja de serlo cuando se constata la instalación en el escenario europeo del Homo sapiens sapiens hacia el 38.000 a.C.
Durante cincuenta años, el abate Henri Breuil se esforzó en elaborar un sistema cronológico-evolutivo para el arte paleolítico. Su punto de partida era la idea de una larga secuencia (40.000 a 10.000 años aproximadamente) que quedó reflejada en el título de su obra Quatre cents siècles d'art pariétal (1952). Dicho sistema se basaba en argumentos técnicos y estilísticos, concediendo particular importancia a la perspectiva y a las superposiciones. Estableció, así, unas coordenadas estilísticas que iban de lo más simple a lo más complejo y que, a medida que avanzaba en su investigación, ordenó en sentido cronológico.
El sistema se concretaba e dos ciclos, cuyo desarrollo sería el siguiente:
-Ciclo auriñaco-perigordiense, que empezaría con dibujos laberínticos hechos con los dedos sobre arcilla (macaronis), entre los que se identifican las primeras representaciones animales. Las manos, por lo general, pertenecerían a un momento antiguo de este ciclo, antes de cualquier otra manifestación pictórica. Casi al mismo tiempo surgirían las pinturas y los grabados que, en una larga evolución, primero de una manera tímida, alcanzando luego una gran calidad técnica, culminarían en el arte de la celebérrima cueva de Lascaux.
-Ciclo solútreo.magdaleniense, de menor duración, que se iniciaría con la escultura, siguiéndose los grabados y pinturas muy sencillos, con dibujos lineales simples, que se irían haciendo cada vez más complejos, adoptando luego ciertas innovaciones hasta llegar a su culminación en los modelados de arcilla y los polícromos de Altamira y en lo que, posteriormente, hemos designado como realismo fotográfico. La escultura solutrense en bajorrelieve correspondería a los comeinzos de este ciclo.
Así tendríamos:
I. Auriñaciense y Perigordiense: 1, macaronis y figuras primitivas. 2, dibujos lineales de animales sobre arcilla, en ocasiones grabados primitivos de estilo arcaico. 3, granados incisos más elaborados, en algún caso asociados con pintura roja. 4, bajorrelieves arcaicos o grabados profundamente incisos, exelentes figuras de perfil. En las cuatro fases siguen las imágenes hechas con los dedos.
II. Solutrense. 5, grabados de tradición del período anterior. 6, esculturas en alto o bajorrelieve.
III. Solutrense final y Magdaleniense III. 7, grabados con la superficie generalmente estriada.
IV. Magdaleniense I y IV. 8, continúan las esculturas en alto o bajorrelieve. 9, grabados profundos.
V. Magdaleniense V. 10, avanzado estilo sin relación con la pintura.
VI. Magdaleniense VI. 11, grabados asociados con las policromías; y 12, grabados superpuestos a las policromías.
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