Las decisiones de los tres grandes animaron al comité político de la O.N.U. a aprobar el 4 de diciembre de 1946 una moción presentada por Estados Unidos que recomendaba la exclusión del gobierno español de todas las agencias (oficinas técnicas) de la organización. Nuevamente se produjo la reacción. Se organizó por las fuerzas del Movimiento una manifestación multitudinaria de apoyo al régimen que se celebró el 9 de diciembre de 1946 ante el Palacio de Oriente de Madrid. Consecuente la O.N.U. con la línea política, aprobó por 34 votos a favor, seis en contra y catorce abstenciones la retirada de embajadores.
Pero el aislamiento, con ser mayoritario, no fue total. Argentina, cuyo presidente era Perón, envió su embajador en enero de 1947, firmándose a continuación un convenio comercial entre ambos países, por el que Argentina facilitaba la adquisición de 25.000 toneladas de carne, 10.000 de lentejas, 50.000 cajones de huevos, 300.000 toneladas de trigo y otras importantes cantidades de varios productos, mientras que España le suministraba palanquilla, chapa negra, papel de fumar, aceite de oliva y otros productos...
A pesar de la valiosa ayuda argentina, el bloqueo hizo sentir sus efectos, manifestándose sobre todo en una crisis de divisas, que llevó a las autoridades a fijar las cantidades mínimas de éstas, que habrían de cambiar por pesetas los visitantes, lo cual no fue obstáculo para que el Caudillo, con una clara visión de la ruptura que se estaba gestando entre los aliados, se manifestara en sus declaraciones a los periodistas americanos en términos elogiosos para la nación americana. Prueba de la intuición del régimen fue el hecho de que las propias Naciones Unidas, en su reunión del 16 de noviembre de 1947, se negasen a la ratificación de sus propios acuerdos. Votaron contra la ratificación Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Costa Rica, Perú, Filipinas, Turquía, Unión Sudafricana y Estados Unidos.
La nueva óptica de la O.N.U. animó al gobierno argentino a proseguir en su línea, y el 5 de abril de 1948 se firmó un nuevo protocolo con alcance hasta 1951, por un valor de 4.500 millones de pesetas. Una de las motivaciones que llevaron a su firma era la de utilizar la Península para la reexportación de productos argentinos a toda Europa mediante la creación de una zona franca en Cádiz.
Por fin, en noviembre de 1950 la asamblea general anuló todas las sanciones, borrando el "caso español" de su agenda. A esta decisión únicamente se opusieron los países socialistas, México e Israel.
Queda claro que el inicial bloqueo respondió a una política preventiva o de "imagen" propiamente de posguerra destinada a persuadir a la ciudadanía europea acerca de la decidida lucha contra el totalitarismo fascista, la cual se vio muy pronto confrontada con la imperiosa necesidad de hacer un frente común contra el comunismo internacional de la Guerra Fría.
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