4 oct 2012

EL CATOLICISMO DEL RÉGIMEN DE FRANCO (LOS PROPAGANDISTAS)

El monolítico sentido de entender el catolicismo hizo que grupos fieles se agrupasen en organizaciones tendentes a que el Estado fuera el representante de su forma de entender la vida cristiana.  Uno de estos grupos fue la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (A.C.N.P.), fundada por el jesuita Ayala en 1909.  Tuvo como primer presidente al futuro cardenal Herrera Oria.  Fue la base de la fallida Unión Patriótica durante la dictadura de Primo de Rivera, y de ahí surgieron, con las evoluciones necesarias, la Acción Nacional, la Acción Popular y por último la Confederación Española de Derechas Autónomas (C.E.D.A.), grupo que apoyaría decididamente el Alzamiento Nacional, aunque su cabeza visible, Gil Robles, tuviera que partir para el exilio.
La asociación,vista por Herrera Oria (que acabó sus estudios sacerdotales en Friburgo en 1940) como "madre de partidos", cuajará a partir de 1939 en las nuevas instituciones, ya que propagandistas como Ibáñez Martín, Martín Artajo, Ruiz Jiménez, Castiella, Martín-Sánchez y otros muchos ocuparon desde el principio cargos importantes en el nuevo aparato estatal.
En febrero de 1944 sucedió Martín Artajo al ya sacerdote Herrera Oria en la dirección de la Acción Católica, de la que era vicepresidente desde 1936.  La nueva dirección no supuso ruptura alguna con la política seguida por su predecesor.  En la visita que realizó el caudillo presidiendo la Junta Nacional, ofreció al Generalísimo los esfuerzos de toda la Acción Católica para colocar a España en la posición que "le correspondía".  Martín Artajo no era una figura nueva, todo hay que decirlo.  Había recorrido en 1938 Lovaina, Nimega, Friburgo, París, Milán y otras ciudades europeas, exponiendo en los medios católicos la nueva orientación política del Estado.  Letrado del Consejo de Estado, colaborador en la redacción del Fuero, era el hombre ideal para dirigir la apertura al exterior que la marcha de los acontecimientos internacionales reclamaba.  Así en 1945 fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores, cargo en el que se mantendría hasta 1957.
La labor cerca de Hispanoamérica no fue abandonada.  En el deseo de fomentar  los factores que unían España con los países de habla hispana del otro lado del Atlántico fue creado el Instituto de Cultura Hispánicaa, designándose director del mismo a Ruiz Jiménez, ya director del Movimiento Internacionalista Pax Romana, cargo que ocupó hasta su nombramiento como embajador ante el Papa.  Mientras Ibáñez Martín, otro propagandista, llevó a abo desde el Ministerio de Educación Nacional la tarea de dotar de contenido católico a toda la enseñanza, secundado eficazmente por el doctor Albareda.
Los años que van de 1945 a 1953 (fecha en que se firmó el Concordato) son de exaltación de la política confesional del Estado en el interior y de un paciente trabajo de convencimiento de las virtudes "nacionales" a los grupos y organizaciones católicas del exterior, iniciándose la visita de dirigentes católicos extranjeros para que, apreciada la realidad española, "tergiversada por la prensa internacional", informasen en sus respectivos países.
Dentro de este campo destaca la labor realizada por Pax Romana.  En la reunión celebrada por este organismo en Suiza asistirán Joaquín Ruiz Jiménez como presidente, Martín Artajo y Ángel González en representación de la Acción Católica y Alfredo Sánchez Bella como secretario de la Presidencia.  Uno de los éxitos de la misión española consistió en traerse como becarios de la Universidad de Verano de Santander a los delegados polacos, suizos, franceses e italianos.  Al siguiente congreso, celebrado en Inglaterra, asistió una nutrida representación española, encabezada por monseñor Casimiro Morcillo.  Tan eficaces fueron en su labor, que consiguieron la designación de España para el próximo congreso.
Si fue tenaz la labor de cara al exterior, no lo fue menos en el orden interior, ya que el apogeo del régimen fue norma de los propagandistas.  Ángel Herrera Oria lanzó la consigna "unidad" y los propagandistas la llevaron por todo el país:

"Unidad interior frente a los ataques exteriores, unidad entorno a la persona del Jefe del Estado, salvador de la Patria, para defender la España representada por los mismos miembros de la A.C.N.P., unidad para garantizar un futuro, de acuerdo con los postulados que llevaron a la guerra y fueron motor para la victoria.  Unidad para salvar los principios católicos en la vida nacional, unidad para defender la patria de injerencias extranjeras extrañas, unidad para demostrar que el gobierno no está solo, ni es su actitud una actitud aislada, defender al mundo que España, una vez más, sabe adónde va y cuál es el destino que le corresponde"
(Herrera Oria).

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